Hace tiempo, unos amigos me recomendaron
que viera la irónica película de Hal Ashby “Harold y Maude”, argumentando que me
gustaría sobre todo por las similitudes que consideraron que hay entre la
personalidad del protagonista y la mía. Harold es un niño de buena familia que
a pesar de tener cualquier capricho a su alcance, está deprimido. Fascinado por
la muerte, se entretiene montando grotescas y fúnebres performances para
fingir su propia muerte por suicidio, ante la absoluta indiferencia de su
madre.
Sin llegar a los extremos de Harold,
admito que en mí aún hay ciertas reminiscencias de la oscuridad de mi
adolescencia que quizá me podrían acercar a ese personaje. Yo confieso que
mientras el cuarto de mis amigas estaba decorado con peluches y posters de tíos
estupendos, en mi habitación lo que había eran brazos de látex cercenados,
máscaras repugnantes, bebés de aliens en formol, y posters de películas gore.
¡Una auténtica monada, jur jur jur! Y fotos de Depeche Mode, por supuesto. Para
más señas diré que mi abuela, en cuanto vio la foto de las hijas de Zapatero en
la recepción de Barack Obama, me llamó para comentarme
lo muchísimo que le habían recordado a mí por aquella época. Porque yo también
fui un poco "sierva de la noche". Y aunque gracias a Dios he
evolucionado, aún predomina el negro en mi armario, me encantan los fenómenos paranormales,
me hace gracia el gore y la escatología, y me sigue emocionando la música que
escuchaba entonces.
Reconozco también que me he imaginado
infinidad de veces mi funeral, preguntándome quién asistiría y cómo
reaccionaría la gente. Incluso he pensado en mis últimas voluntades.
A estas alturas del cuento no voy a
desvelar ningún secreto diciendo que la mayoría de los que me conocen, me
consideran una persona no precisamente optimista, aunque yo me crea
más bien realista: sin ser demasiado agorera, siempre tiendo a ponerme en lo
peor, porque así sólo me queda sorprenderme para bien.
Pero desde hace un par de meses, me pasa
algo raro: el buen humor se ha apoderado de mi persona y me despierto cada
mañana con una sonrisa. Y no es que me incomode este estado, pero he empezado a
preocuparme tras recibir un email de mi jefe felicitándome por mi buen trabajo
y la calidad de mi atención, en el que me reconoce como la mejor y más amable
empleada de mi turno. Mis propios compañeros, que me describen como la "reina
de la bordería",
se extrañan y piensan que hay tongo. Juro que mis rodillas siguen sin estar
peladas, pero es que de repente soy todo buenas palabras y buen rollo. ¿Será
grave?
Aquí es cuando creéis que voy a confesar
que me he enamorado… ¡ja! Me temo que sigo estando soltera; o single en inglés.
Y que a este paso me convertiré en maxi-single, o sea, una solterona en
castellano. Siento comunicaros que mis experiencias con el sexo opuesto, siguen
siendo igual de desastrosas que siempre.
La cosa es que casual o
circunstancialmente, desde que asistí como testigo a unas Constelaciones Familiares,
soy otra persona.
Lo cierto es que esta ha sido la primera
primavera en mucho tiempo, que he vivido como la mayoría de la humanidad, con
sus picores, sus furores y sus alegrías. Para mí la primavera solía venir
de la mano de la astenia y del agobio por la operación bikini a la que siempre
llegaba tarde. Y de pronto fschchchch… ¡todo eso se ha esfumado! Y con el mal
rollo y los kilos de más, también se me fue la inspiración, motivo por el cual
dejé de escribir por aquí. ¡Mi musa me abandonó cual mal desodorante! ¿No dicen
que los grandes genios generalmente son mentes atormentadas? Será que resulta
más fácil escribir desde el dolor y los sentimientos a flor de piel. Ahí lo
dejo.
Con los calentones propios de la
temporada, volví a las andadas y retomé lo del ciberligoteo, y lamentablemente
el percal sigue siendo tal cual lo recordaba: patético.
Pero he conocido a dos hombres.
El primero, es el meteorólogo: un tío de
toma pan y moja con pinta de malo -como a mí me gustan- pero con buen fondo,
amante de la música y de la fotografía. Durante unos dos meses nos hemos estado
enviando mensajes en una botella; o sea, él me escribía, yo le respondía
enseguida, y él tardaba unos días en contestar. Entonces le volvía a responder
corriendo, y cuando ya creía que el chico de nuevo había desaparecido del mapa,
recibía un nuevo mensaje. Todo con cuentagotas, vaya. En cada misiva me
explicaba que estaba muy ocupado, que tenía mucho trabajo reparando
ordenadores, y hablaba de su tema favorito: el tiempo. No, no era meteorólogo;
simplemente llevamos dos meses hablando de climatología. Literalmente. Se ve
que el chico no da para mucho más. Aunque he de admitir que las incesantes
lluvias de marzo y abril nos han dado mucho juego, y así pasamos de alabar el
romanticismo de los días grises en nuestros primeros correos, a cagarnos en lo
de las aguas mil de abril y de paso en el gobierno, porque después de tantos
días pasados por agua, acabamos concluyendo que estos están metidos en el ajo,
que con tanto recorte acabarán queriendo quitarnos el sol y lo mejor de la
primavera: las terrazas. El caso, que como ahora el tiempo se ha estabilizado,
hace mucho que no nos escribimos, y sospecho que ya no hay feeling entre
nosotros. Vamos, un disgustoooo…
La siguiente historia es un poco más
chunga, bastante de guión de película. Imagínate una pastelosa, con un
protagonista cañón, majo, guapo, inteligente, interesante y con pasta, pero con
un puntito de canalla… un Keanu Reeves, por ejemplo. Ahora imagina que la
historia medio romanticona de los protagonistas se convierte en una versión
exprés y descafeinada de “Noviembre Dulce”, solo que yo soy Keanu y él
sería Charlize. Un chico al que empezaba a conocer con el que parecía que
conectaba, y que ha tirado todo por la borda paralizado por el miedo a que los
resultados de unas pruebas que tiene pendientes no sean positivos y le
diagnostiquen una enfermedad potencialmente mortal. Y sin más se volatiliza.
Todo bastante triste. Ejem...
Alguien me dijo una vez que es cierto lo
de que “a perro flaco todo son pulgas”, ya que estar amargado sólo puede
traerte cosas negativas, y por lo tanto una actitud positiva es
determinante para atraer cosas buenas.
Mira que si es verdad que no responder a las cadenas de mensajes de whassap trae mala suerte...
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