Recientemente
mi madre se ha apuntado a lo de las nuevas tecnologías, y animada por el
partido que le está sacando a su e-book y sobre todo por lo poco que le ha
costado aprenderse la función de sus tres únicos botones, ha querido hacerse
con un móvil que tenga internet:
-
Pero yo quiero uno para tener guasap,
poder buscar cosas en internet y consultar mi correo – me dijo.
Que
me pregunto yo para qué querrá consultar su correo, si al del trabajo no puede
acceder por un tema del servidor. Ni que fuera una ministra. Será para reenviar
esas cadenas de mensajes que yo acabo rompiendo, atrayendo así mi mala suerte en el amor; o para petar correos ajenos con chistes sobre política o los típicos
bulos de la red del año catapún, porque mucha tecnología, pero mi madre en muchos engaños aún no está actualizada, y a veces la pobre pica. Lo del WhatsApp en cambio ya
sabía yo que lo quería para presumir de nietos, y en cuanto supo utilizarlo,
empezó a enviarle a todo quisqui las fotos de los niños.
-
Mamá, si tienes acceso a internet, podrás hacer todas esas cosas. Un Smartphone
viene ya con todo eso – le dije.
- ¿Esmárfon? Hija, ¿pero el tuyo no es Sánsun? Yo quiero uno como el tuyo – me replicó.
- …
Superada
la fase de elección del modelo de teléfono, estuve configurándoselo e
instalando el ansiado WhatsApp; le puse una foto suya estupenda de perfil, y le expliqué
las funciones del programa.
-
¿Que Mari está en la oficina? ¡Pero si hoy es domingo! ¿Y qué me pone Jesús de “felicidades
por el triunfo? ¿De qué habla, cuándo me ha escrito eso? -.
Mi
madre acababa de descubrir los “estados” de WhatsApp de sus contactos. Tuve que
explicarle que el “estado” es algo que la gente utiliza para expresar cuál es su
ánimo, para quejarse, anunciar algo, o que pueden ser mensajes cifrados para
despistar al personal, pero qué básicamente sirve para demostrar lo ingenioso
que es uno.
-
Tienes que poner algo. Si dejas el estado que sale por defecto, es como si no
estuvieras conectada – la chinché para que escribiera.
Y
enseguida modificó el “disponible” por “novata”.
Lo
siguiente que hice fue crear un grupo en el que estuviéramos nosotras dos y mi
hermana, con el original título de “Madre e hijas”. Y ahí que empezamos a whatsappear. Cuando mi madre aún estaba
tecleando su primer “HOLA”, mi hermana y yo ya le sacábamos 30 mensajes de ventaja.
Desesperada, mi madre empezó a escribir: “VALE YA CON EL JUEGUECITO QUE ESTOY
TRABAJ…”
“MADRE,
NO ES UN JUEGUECITO. ¿NO QUERÍAS ESTAR CONECTADA? ESTO ES CHATEAR. DI HOLA WHATSAPP,
ADIOS LIBERTAD” – contesté velozmente.
Y
es que después de instalarte WhatsApp, automáticamente dejas de ser el
propietario exclusivo de la fracción de tu vida que allí compartas, porque
todas las conversaciones y archivos que intercambies pasan a ser propiedad de
WhatsApp Inc. Cualquiera puede ser Scarlett Johanson, ¿qué no?
WhatsApp
ha sido toda una bendición para nuestros bolsillos, pero precisamente por ser
gratis, hay gente que abusa y que se lanza a compartir contigo en cualquier
momento -aparte de fotos de gatitos o perritos-, todo tipo de banalidades; es
como si el no ver la cara del otro, les facilitase sumergirse en reflexiones tan
intensas y espontáneas como “en pijama la vida es más sabrosa”. ¿Ola k ase?
¿ola k dise?
Da
igual que silencies el teléfono; el móvil seguirá iluminándose o vibrando con
cada nuevo mensaje y chupando batería a todas horas, estés donde estés. Y si no
es el tuyo el que suena, sino el del que se sienta al fondo del restaurante, le
echarás igualmente un vistazo “por si acaso”, estableciendo así con tu móvil una
relación de dependencia enfermiza y entrando en pánico cada vez que estés en un
sitio sin cobertura 3G o Wifi, poniéndolo boca arriba, boca abajo y de todas las posturas posibles para ver si así consigues conectarte; no sea que el tipo al que amas y que en realidad pasa de tu culo, decida proponerte un plan estupendo justo en ese momento.
La
gente además no es consciente de que cuando formas parte de un grupo de WhatsApp,
incrementan peligrosamente tus probabilidades de sufrir un infarto, porque
puedes despistarte tan sólo unos minutos y al volver encontrarte con 437
mensajes nuevos, y creer que ha habido un incendio o que ha pasado algo aún más
terrible. Después descubres con alivio que la gente simplemente estaba
divagando sobre si el cirujano de Carmen Lomana es bueno o malo, y de ahí
enlazaron con tal receta de butifarra al vino, a colación de los labios de
morcilla que tiene Fulanita que por cierto se parece a la Lomana que el otro
día la vio no sé quién en Zara comprando unos trapillos y así.
Leí
hace poco un artículo sobre los grupos múltiples de WhatsApp, y para sobrevivir a ellos, sugerían
hacerse con un becario que pudiera responder por ti a todos los mensajes, o una
aplicación que escribiera de forma automática “jajaja” cada cierto tiempo, para
que los otros crean que les sigues el hilo. Y no me parece mala idea.
Luego
están esos dos terribles enemigos para la salud mental de uno, que convierten a
personas cuerdas en ogros desconfiados y controladores: el doble check y la última
conexión. Son herramientas del diablo que se inventaron para crear malos
entendidos con todo aquel que hace X horas miró el WhatsApp por última vez
(porque el double check es Dios), pero
no respondió tu mensaje: mensaje enviado-mensaje entregado-mensaje
leído-mensaje ignorado; así de cruel. Las mujeres somos expertas en eso de
imaginar por qué la otra persona aún no nos ha contestado: ¿Has tenido un accidente y estás tetrapléjico y por eso aún no sé nada
de ti, porque no puedes escribir, verdad? También generan broncas producto
del delirio adictivo al móvil, revelando por ejemplo que el tío con el que
tienes un rollo estuvo conectado a las 5:12 de la madrugada de un día de diario
y no hablaba precisamente contigo… ¡¿Con
quién, eh, con quién?!
Mi
madre ha descubierto hace poco que los emoticonos pueden ayudarte a darle
sentido a lo que escribes. En realidad hasta que se ha fijado en que hay un
desplegable con más opciones, remataba cada frase siempre con el mismo: ;-P Y daba
igual que lo que contase fuese algo muy serio, que mi madre nos acababa sacando
la lengua a mi hermana y a mí.
Recordando
este video, no podía parar de reír imaginándomela sentenciando todo con un
guiño, la sonrisa socarrona y su lengua de medio lado.
VALE
YA, QUE DE TANTO TOCAR EL BOTONCITO ME ENTRAN UNOS CALORES ;-P – me escribe.
A
SABER QUÉ BOTONCITO ESTÁS TOCANDO Y DE DÓNDE TE VIENEN LOS CALORES O_o –
contesto.
Ja,ja, me ha encantado. A mi me permite ahorrar dinero en mis mensajes a la confederación Helvética, pero si no fuera por qué de otro modo me arruinaría, lo borraría ahora mismo. Realmente lo odio, lo único que quiero es dejar de estar conectado en mi tiempo libre, ya me paso muchas horas compartiendo mi cada vez más escasa materia gris a través de todos estos medios cibernéticos.Pero con esta aplicación, ay señores, esto parece materia imposible. Vive Dios.
ResponderEliminarEse "Vive Dios" te delata, amigo anónimo ;-)
EliminarEs inevitable que tengamos una relación de amor-odio con el WhatsApp, pero desde luego que sea tan fácil invadir la intimidad de uno, es contraproducente.
Ahora te escribo y seguimos.. ;-P
El simple hecho de introducir a tu madre en la tecnología tiene merito, yo lo he intentado y siempre ha sido desesperante.
ResponderEliminarEso si, dejala bien claro lo de los botones.
Besos.
Yo no la he introducido, lo ha hecho ella solita. Siempre he tenido una madre de lo más moderna :-)
EliminarBesos!
Tengo que reconocer que no tengo whatsapp. Seguramente me estoy perdiendo cosas, pero miro a mis amigos y sé que sigo conservando alguna otra. El día que por fin pique... a ver qué digo :D
ResponderEliminarWhatsApp es el demonio, ya te lo digo yo. ¡No piques!
EliminarEl Dr. Padman es un verdadero y sincero hechizo de amor. Hoy me trajo a mi esposo. Estoy muy emocionado. Perdí a mi esposo con otra mujer, después de 4 años de matrimonio. Tuvimos un matrimonio encantador, pero él comenzó una relación con un compañero de trabajo que lo persiguió. Está viviendo cerca de su trabajo y se negó a hablar conmigo o volver a casa. Estaba tan devastada y me resultó difícil hacer frente. Me preocupé mucho y necesitaba ayuda. Un día, mientras navegaba por Internet, me encontré con un comentario de Lady que sugería que el Dr. Padman la ayudó a resolver sus problemas matrimoniales, restablecer las relaciones rotas, etc. Entonces, sentí que debería intentarlo. Me puse en contacto con él e hizo un hechizo por mí. 11 horas después, mi esposo vino a mí y se disculpó por los errores que cometió y prometió no volver a hacerlo. Desde entonces, todo ha vuelto a la normalidad. Mi familia y yo volvemos a vivir juntos felices. Todo gracias al Dr. Padman. Si necesitas un lanzador de hechizos que pueda lanzar un hechizo que realmente funcione, te sugiero que te pongas en contacto con él. Él no te decepcionará. Te doy una garantía del 100% de que él te ayudará. Aquí está su contacto, envíale un correo electrónico a: (info@padmanspell.com) (padmanlovespell@yahoo.com) o WhatsApp le: +1949229386, su sitio web https://padmanspell.com /index-3.html
ResponderEliminar