domingo, 10 de marzo de 2013

Yo, calcetín: teoría de las relaciones


Ya sea en el momento de tender la colada o en el de recogerla, en alguna ocasión habréis sufrido la inexplicable desaparición de uno de vuestros calcetines. Miras dentro de la lavadora, en el cesto de la ropa sucia, en el suelo del patio por si se hubiera caído al tenderlo… ¡y el calcetín se ha volatilizado! Ni si quiera revisando los rincones más insospechados de la casa logras encontrarlo. No obstante, en el proceso de búsqueda del calcetín perdido, puedes hallar entre otras cosas aquel mechero que un día diste por desaparecido y que por feo nadie se atrevió a mangarte. Pero lo que es calcetín, ni rastro.
De la misma manera que en física una acción de gravedad extrema lleva a comprimir los átomos hasta generar los agujeros negros, la acción de centrifugado de las lavadoras comprime las partículas de las prendas hasta crear micro agujeros negros en el tambor por los que los calcetines tienden a escabullirse. Que por eso recomiendan no sobrecargar las lavadoras, no te creas. No existen teorías cuánticas  que expliquen lo que ocurre más allá de este horizonte, pero se sabe que la materia que pasa al otro lado no suele regresar; al menos en su estado original. Esta vendría a ser la primera teoría explicativa del misterio del calcetín perdido. Las siguientes teorías las expondré más adelante.
Con la esperanza de que el calcetín autónomo pueda volver a esta dimensión (como Caroline, siguiendo la luz), puedes guardar la pareja que se ha quedado repentinamente soltera en una caja donde irán a parar el resto de los calcetines que sufran el mismo sino.
A veces puedes jugar a hacer de Celestina intentando emparejar los calcetines que una vez fueron matrimonio y que por algún motivo se quedaron solos, juntando entre sí los que más se asemejen, de entre todos los que se encuentran esparcidos en la caja de los singles.
Tristemente aquellos calcetines que más te gustaban, los más especiales, únicos y diferentes, no suelen disfrutar de esa suerte de segundas nupcias porque es muy difícil encontrar una pareja con la que combinen.
Y tarde o temprano decides hacer limpia y deshacerte de todos los miembros solitarios, asumiendo que no tiene sentido seguir conservándolos porque jamás aparecerá el calcetín parejo adecuado.
Tan sorprendente como el concepto de lavadora fagocitadora de calcetines que se deriva de la teoría anteriormente explicada, es ese fenómeno paranormal que hace reaparecer al calcetín que un día decidió marcharse y que tú pensabas que nunca iba a volver. No estaba muerto, que estaba de parranda. Y ahí te lo encuentras, exhausto, agonizante, debajo de tu cama (donde por supuesto ya habías mirado antes), acumulando polvo y pelusas; o pegado a la goma de la lavadora; o inexplicablemente escondido en la funda del nórdico. En su nueva condición de viudo (ya que su pareja, aquella que estuvo esperándole durante mucho tiempo, pasó a mejor vida), habrá de reunirse en la caja con el resto de calcetines abandonados que aguardan una nueva oportunidad para formar pareja.
En parapsicología, estos fenómenos que no tienen explicación, se conocen como JOTTS (Just One of Those Things):  una de esas cosas, uno de esos fenómenos raros, incluso absurdos, que no se ajustan a ningún modelo explicativo. La experta Mary Rose Barrington, creó una clasificación de cuatro posibles JOTTS que podrían ser la segunda teoría explicativa del misterio del calcetín perdido:
  • Paseador, o aquel objeto que desaparece de su lugar de origen y aparece en otro sitio.
  • Retornador, o aquel objeto que desaparece y tiempo más tarde vuelve a aparecer en el mismo lugar.
  • Volador, o aquel objeto que desaparece y nunca más regresa.
  • Aparecido, o aquel objeto que está en un lugar no habitual y regresa a su emplazamiento normal.
Los calcetines sólo pueden cumplir la funcionalidad para la que fueron concebidos siendo pareja. Unos pocos consiguen llegar en amor y compañía hasta el final de sus días; pero los momentos buenos y malos por los que inexorablemente pasan las relaciones, también afectan a las uniones de los calcetines.
La tercera teoría explicativa del misterio del calcetín perdido, pasaría por asumir que los calcetines tienen sentimientos.
Habrá calcetines que consigan resolver las desavenencias con su pareja a base de mucho suavizante y de unos meneítos en el tambor de la lavadora. Otros simplemente necesitan un respiro y por eso desaparecen para después de un tiempo reencontrarse con su homogéneo. Existirán calcetines que agobiados por el compromiso decidan saltar desde la cuerda de tender en busca de la ansiada libertad. Podrá darse también el caso de calcetines que hartos de todos sus semejantes, aprovechen el caos de los lavados para aniquilar y deshacerse de otros, y el efecto limpiador del jabón borrará las huellas del delito. Por supuesto habrá aquellos que se dejen seducir por la tentación de emparejarse indiscriminadamente con cualquiera de los calcetines de la caja de los singles, juntándose hoy con uno y mañana con otro, excusándose en la necesidad de vivir nuevas experiencias. Y desgraciadamente los calcetines menos comunes, únicos y especiales, habrán de asumir un designio inescrutable que les condena a vivir sin pareja ante la imposibilidad de poder encontrar un semejante.
Los humanos somos gregarios y por lo tanto nuestra tendencia natural es la de agruparnos, como los calcetines. Y me encuentro con que soy como ese calcetín especial difícilmente combinable con otros, abocada como él a una existencia desparejada si no le pongo remedio. Pero que si los de la caja no me gustan. Que si con ese no pego ni con cola. Que si el que me gustaba se soltó de la cuerda y huyó. Que si el que me amaba tiró sus ganas por el agujero negro de la lavadora y éstas fueron a parar a ese limbo donde se encuentran otras ganas, calcetines, gomas de pelo, lápices y mecheros que desaparecen. Que si no hacen más que jottlearme, y ahora vienen y ahora van y me vuelven loca. En fin, un sinvivir.
Y lo peor de todo es que me empiezan a salir pelotillas.

10 comentarios:

  1. Cuantas más pelotillas me salían a lo largo de mis casi 40 años de existencia, me parecía que me volvía un calcetín más atractivo, a pesar de que la gente suele pensar todo lo contrario.
    Y de repente, encontré otro calcetín, con incluso más pelotillas, que quizá no es exactamente igual que yo, es más largo y tiene otro estampado, pero la diferencia nos sienta bien.
    Yo siempre guardo mis calcetines, por que siempre, aunque perdamos la esperanza, aparece un CANI-calcetín andante no identificado-con el me puedo apañar.

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    1. Sí sí, si yo también estoy a gusto con mis pelotillas y contenta con mis colores, y me apaño con medias, ejecutivos, deportivos o lo que sea, pero otra cosa es dar con el calcetín azul ansiado, ese con el que poder doblarme y emparejarme.
      Muchas gracias por pasarte por aquí y comentar, anónimo.

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  2. ¡¡Niña, me ha encantado!!
    Aunque debo decir que hace mucho que no pierdo un calcetín, los tengo amaestrados, jajaja.

    Hay muchas personas que son calcetines rotos, eso sí.

    Un abrazo.

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    1. Yo confieso que ahora tengo una bolsa de esas en las que metes calcetines y sujetadores, porque lo de los aros del sujetador que se salen y se pierden es también otro misterio, y así ya no se me pierden. Pero lo de los calcetines "humanos" es otro cantar..
      Muchas gracias bonita!

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  3. Estupendo post, me ha parecido genial. Entre robarte lo que comentaste en mi entrada y la metáfora de los calcetines te voy a tener que dar una comisión.

    Curiosamente el verano pasado vi a un alemán paseando por un pueblo de la costa, con esa mezcla de chanclas con calcetines que tanto pudor nos da a los españoles. En este caso, además, el hombre llevaba dos calcetines diferentes. Leyendo tu entrada me he acordado de aquello y me ha hecho mucha gracia. Yo estaba comiendo un helado, sentado en una terraza. En aquel momento recuerdo haberme dado cuenta de mis propios prejuicios, de que al fin y al cabo el hombre estaba dándole a los calcetines la función apropiada.

    Una suerte encontrar un blog tan estimulante.

    Enhorabuena.

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    1. Walden, muchas gracias por la enhorabuena; viniendo de tí es todo un honor.
      Me hace mucha ilusión que te haya gustado también el símil. Tengo un amigo que me decía que le parecía fantástico, mucho más evidente que el de la media naranja, pero que qué iba a ser de la literatura ahora si se acababa popularizando eso de "busco calcetin para formar pareja".
      Bienvenido a mi morada :-) (y tomo nota de lo de la comisión)

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    2. En un hueco en la consulta me he puesto a mirar tu blog y estoy impresionado. Está lleno de lugares comunes. No sé por donde empezar.

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    3. Pues no sabría decirte, porque soy una noria y podría guiarte por un lado ahora y por otro después. Pero el camino no tiene pérdida, y sí, seguro que muchos "lugares" comunes. :-)

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  4. Ahora que me estoy poniendo al día...

    Me gustó mucho esta entrada y me dije “más tarde le comento”, así hasta ahora.

    Lo del calcetín que reaparece cuando te deshaces del otro es aterrador!!! :)
    El paralelismo de la vida de los calcetines con la nuestra me encantó.

    Un abrazo.

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    1. Gracias Ishtar :-)
      En realidad fue una paranoia de las mías, me fui dejando llevar mientras escribía y acabó en esto, y pensaba que nadie lo entendería. Luego me sorprendí al ver vuestros comentarios y que efectivamente su vida es parecida a la nuestra.

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