Desde hace muchos años, cada 31
de diciembre sigo los mismos rituales: limpio la casa de arriba abajo para
empezar el año con buena vibra, y hago lo propio con mi cuerpo, con
depilaciones, mani-pedis, exfoliaciones y mariconadas varias.
Escojo el color de la ropa
interior en función de lo que quiera atraer en el año venidero: amarillas si
quiero dinero, rojas si busco amor, o verdes si lo que reclamo es tener más
salud. Tengo que decir que creo que nunca me puse bragas verdes, claro que visto
el resultado que me ha dado esta estúpida superstición - yo que no ando muy boyante en lo que al amor y a la guita se refiere-, lo mismo me daría escoger el
negro (más acorde con el color del futuro que se nos pinta), que hacer un Marta
Chávarri dejando la flor de mi secreto al aire.
Me arreglo y me acicalo como si
fuera a salir a matar, ¿y todo para qué?, si la mayoría de las noches me quedo
viendo con mi madre los éxitos de ayer y de siempre de la historia de la tele, apurando las botellas de champán y sudando azúcar de tanto turrón
que es que no se va a quedar ahí en la bandeja. Si la única vez que tuve algo
parecido al sexo en fin de año, fue cuando me pasé toda la noche manteniendo relaciones
anales no consentidas con un tanga demasiado pequeño, rojo, eso sí.
Empiezo el año con el pie
derecho, oro en la copa, dinero en el zapato, y lo primero que hago es besar a
mi primo, que es lo más decente del sexo opuesto que puedo encontrar a mi alcance.
Tendré que plantearme este último punto, ya que tanto él como yo, estamos a punto
de la cuarentena y seguimos solteros.
Lo más gracioso del asunto es ver
cómo mi hermana y mis primos, me siguen el rollo y copian las ceremonias que me
invento. Por si acaso. Siempre dije que esto es como el que recurre a ciertos remedios homeopáticos o de herbolarios para sanar sus males: a veces no está claro que vayan a ayudarte, pero desde luego, mal no van a hacerte. Este año se ha incorporado al teatrillo mi sobrina de 6 años
y se las ha visto y deseado tomando las uvas a la pata coja. Todo sea por
atraer a la buena suerte y empezar el año con buen pie, claro que sí.
Luego cojo una maleta y entro y
salgo por la puerta de casa para atraer los viajes. No sé si probar el año que
viene a pasear una maleta más grande un poco más lejos y llenarla con lo que sea, a ver si resulta que no consigo
ir más allá de la zona A del abono transportes por estar sacando al rellano una
bolsita de viaje vacía.
El ritual más divertido que hago
es el de “¡Penas fuera!”, que consiste en tirar el agua de un vaso por la
ventana y chillar eso, ¡penas fuera!, pero berreando mucho para que el mensaje
llegue bien a todo el cosmos y de paso al vecindario. Fue divertido sobre todo aquel año que mi hermana
se lo tomó al pie de la letra y arrojó también el vaso, o cuando una que yo me
sé cambió agua por champán y detrás del champán fue el anillo de la copa del
protocolo anterior. El resultado ha sido como el de haber roto un espejo, varios
años de decaimiento y piedras en el camino, pero creo que por fin ya expira la
mala suerte.
Escribo en un papel lo malo del
año que se acaba y después lo quemo, y en otro papel enumero lo que quiero
conseguir y me lo guardo durante las campanadas en el entreteto, lo más cerca
del corazón que puedo ponerlo, por eso de desearlo desde ahí mismo. Luego ese
papel hay que dejarlo todo el año bajo la almohada, pero se me olvida que está ahí, y a
los dos días se ha desintegrado en la lavadora o lo ha absorbido la aspiradora,
y así es normal que mis objetivos se acaben yendo siempre al garete.
Este año mi jefa pidió
voluntarios para trabajar en fin de año. “¿Estamos locos, con la cantidad de
planes que tengo esa noche?” – le dije yo pensando en mis rituales. A cambio me
tocó pringar el primer día de año, de 10 de la mañana a 9 de la noche, así suavesito,
que desde luego si es verdad que para tener un buen año hay que empezarlo
trabajando, el mío será de puta madre.
Iniciamos el año 2014, que suma
siete, considerado el más sagrado de los números y portador de fortuna, así que
este año que acaba de empezar tiene que ser bueno por narices, que una no va a haber sobrevivido al 2013 para nada. De hecho he consultado en varias webs especializadas, y todas ellas auguran un gran
año para los nacidos bajo mi horóscopo, sobre todo a partir del 16 de julio con
el ingreso de Júpiter en mi signo, que no tengo ni idea de lo que significa, pero parece importante y por si acaso ya he marcado ese día en la agenda. He empezado el año de traca, y lo de bajar a tirar la basura casi en bragas
y olvidarme las llaves para volver a entrar en casa y quedarme de esa guisa en
la calle hasta que vinieron a rescatarme; o lo de rebozarme en mierda ajena por una tubería mal colocada como
me pasó hace un par de días mientras limpiaba una ducha, deben ser sólo anecdotillas para entretenerme en
el tránsito hasta que llegue el señor Júpiter ese y me ayude a coronar por fin todos los
éxitos que tengo pendientes, como lo de recuperar mi trabajo artístico y dejar
la fregona, experimentar eso de tener una pareja estable y hasta si me apuras, tener un hijo, aunque luego no supiese bien qué hacer con él porque nunca he deseado ser madre.
Por eso este año he decidido no
hacer ninguna lista de propósitos, si total, uno nunca sabe lo que le va a deparar el destino y a mí me aguarda la conjunción planetaria más
favorable de todos los tránsitos planetarios posibles. En el 2013 no es
que haya sido buena, es que he sido mejor, y no me estoy ganando el cielo, sino que ya
llevo invertido como para un chalecito en las alturas y con vistas al infierno,
donde mis vecinos serán dioses estupendos que me adoren, y no mi querida amiga
francoportuguesa, aquella que se empeña en arrastrarme a juergas nocturnas y alevosas con el fin de ensanchar mi hígado, que me ha usurpado la familia, y a la que le han
traído más regalos en Reyes que a mí.
Y hablando de dioses, el Dios griego tuvo a bien de felicitarme las fiestas, que pensé yo que sería un mero
acto de educación, pero viendo que siguió dándome la chapa y que a colación de
hablar de lo que engorda uno en esas fechas me dijo que “ya lo bajaríamos”, así
en plural y rematado con un guiño, me da a mí que su María Magdalena debe estar
agonizando, porque tampoco me ha pedido claramente que vayamos a rezar, pero me
parece que está preparando su púlpito. Y a mí plin, si el gatito y yo estamos
maullándonos como nunca y me encanta.
Siempre creí en el karma como una
especie de cosecha en la vida, en la que uno gana en función de lo que invierte, y
he venido observando cómo ese karma sólo parece funcionar o se hace visible
cuando es en negativo, que el que la hace, la paga; pero empiezo a pensar que igual
no es cuestión de riquezas, trabajo, parejas o de cualquier otra cosa material, sino que no hay mayor premio que
la paz que tengo conmigo misma en estos momentos, y que a pesar de la que está cayendo, puedo decir que soy feliz. Igual ese es
el karma de las semillitas que he ido plantando todo este tiempo.
Los éxitos me llegarán porque me
lo merezco, porque no me amilano ante casi nada, porque siempre ayudo a quien
lo necesita, porque soy la mejor amiga del mundo, porque soy la reina del zodiaco.
Y no lo digo yo, lo dice Esperanza Gracia, y como es lo que quiero oír en estos momentos, yo me
fío.
Este año lo voy a hacer bueno. Por
la gloria de Júpiter.
Un marta chavarri en invierno tiene que ser una experiencia de lo mas refrescante. Quizás lo haga el año que viene.
ResponderEliminarJajaja, es cuestión de probar. Para los de las generaciones posteriores a nosotros, habrá que decir un Britney Spears o un Sharon Stone, supongo. Lo que me he reído buscando la foto de la susodicha, por cierto, pero me parecía de mal gusto ponerla aquí para ilustrar la entrada.
ResponderEliminarQuizás lo haga yo. Total, no creo que pierda audiencia, incluso lo contrario.
EliminarQue júpiter y sobre todo, el dios griego, entren cómo dios manda.
¡Pues tan fresco que irías!
EliminarA Júpiter le recibiré con los brazos abiertos, que parece que sus intenciones son buenas. Al Dios griego, que le den dos duros, pero que me dore un poco la píldora si eso, que sentirse en el lado de los poderosos que rechazan a otros para variar un poco, también mola.
Claro que sí! A la vida hay que ponerle las cartas sobre la mesa. Y si no tiene previsto cumplir los deseos o propósitos de tu lista cuanto menos que te deje margen seguir haciendo la tuya, que bastante cuesta aprender a ser feliz y a estar en paz con uno mismo. A parte de eso, espero que el dios griego acabe arrastrándose por el suelo para besar tus pies. Feliz año!!
ResponderEliminar¡Muchas gracias por los ánimos, anónimo! Jo, os podíais poner un pseudónimo para saber si os conozco o no...
EliminarSi el dios griego se acaba arrastrando, como poco me va a entretener mucho, sobre todo por eso de poder rechazarle.
¡Feliz año a ti también!
Da gusto leer estas cositas
ResponderEliminarYou are beautiful, Mary Purity!
EliminarJajaja, la cantidad de rituales que hay... Me reí mucho con la entrada.
ResponderEliminarUn beso, y que el 2014 te traiga todo lo que desees
Muchas gracias Eva. Desde luego no será por falta de intentar tener un buen año... ¡lo mismo para tí! :-)
EliminarTenía pensado quemar mis viejos diarios en nochevieja, para purificar. Voy a echarles un último vistacito, pensé. Vi cosas, recordé cosas y al final decidí guardarlos un poco más, a ver si aprendo de mis errores de una maldita vez (sé que no, pero por intentar creérmelo...). Es el único ritual que iba a hacer. A veces hasta me salto las uvas.
ResponderEliminarUna entrada muy divertida. Ojalá que, con rituales o sin ellos, sea un buen año. Aunque yo también lo veo un poco negro...
¡No los quemes! Seguro que te da para alguna entrada divertida también.
EliminarYo es que soy supersticiosa de las de "por si acaso", y tengo que cumplir con todo aunque no sirva para nada.
Te deseo un buen año a ti también... que por lo menos este año no nos sigan quitando cosas.
Mucho trajín tienes con tanto protocolo y ritual de fin de año. Espero que te surta efecto y se cumplan la mayor parte de tus deseos ... algo habrá que dejar para el año que viene, no?
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Claro que no surte efecto! Llevo haciendo el gilipollas toda la vida especialmente en la noche de fin de año, pero me lo paso pipa jugando a ser bruja.
EliminarDeseo seguir siendo feliz, sea como sea. Y que los míos también lo sean. Nada más y nada menos.
Besos y abrazos.
Ves como si? ;) q el karma funciona, no siempre, pero funciona para bien.
ResponderEliminarBesitos y mis mejores deseos para el 2014. Q sigas en calma como un lago. Te lo mereces.
MUA
Si es que ya no tengo abuelas, necesito repetirme yo misma lo mucho que valgo y que me recordéis el resto las cosas buenas que me merezco ;-)
EliminarMuchas gracias preciosa, que salga el sol para ti también. Seguro que tú te lo mereces más.
Jajaja! Es que te estoy viendo... Sigue así!
ResponderEliminarAhh, si es que hace mucho tiempo que no compartimos una Nochevieja, pero es así, jajaja.
EliminarComo ya nadie me da aguinaldo por pelarle las uvas, tendré que entretenerme de otra manera.
¡A ver si nos vemos prontoooo! Muaka!
El final de un año y el comienzo de otro representa un momento cargado de simbolismo, por eso lo celebramos con costumbres alejadas de toda lógica racional. El hecho mismo del brindis, de compartir con la familia o los amigos, para recibir al nuevo año, constituye un ritual revelador. Chocamos nuestras copas como símbolo de fraternidad y de confianza en el otro, sin saber que la costumbre se originó en tiempos del Imperio Romano, cuando el choque debía ser lo suficientemente enérgico como para provocar que las gotas se derramaran sobre la del invitado y así poder garantizarle, de este modo, que la bebida no había sido envenenada. El ritual nos hace tomar conciencia de que siempre tenemos una oportunidad para cambiar, para tomarnos en serio y así renovar nuestras promesas y dar lugar a los sueños que vendrán.
ResponderEliminarabrazo
No tenía ni idea del origen del choque de las copas, curioso...
EliminarPero desde luego estos rituales no son para tomarme en serio sino todo lo contrario, ponerle un poco de humor y de gracia a la vida. Y soñar siempre. Otro abrazo para ti.
Te ha faltado poner el calendario en el suelo y entrar pisándolo (el del 2013) con el pie derecho y el izquierdo levantado... Esas memeces que nos cuentan y que en el último momento decidimos hacerlas no vaya a ser que la caguemos, que no creemos en las meigas pero haberlas haylas.
ResponderEliminarMuy buena la entrada, chapeau tu historia. Mañana iré leyendo más, que desde luego mola mucho tu blog.
Besazos!
Bienvenida, Ana. El placer es mutuo.
Eliminar¡Y me apunto la del calendario para el año que viene, ofú, qué de cosas!