Martín, mi mejor amigo, que está
de vacaciones en una ciudad europea con su amor, me ha enviado por whatsapp una
foto de ambos frente a un bar, porque se han acordado de mí al leer el nombre
del establecimiento. El bar frente al
que posan, se llama “Putica”.
Nuestra amistad es de lo más natural y espontánea, no necesitamos fingir y nos podemos permitir licencias de ese tipo.
Nuestra amistad es de lo más natural y espontánea, no necesitamos fingir y nos podemos permitir licencias de ese tipo.
Le pregunto que qué tal les va, y
me responde que “muy bien, muy romántico”. Y a mí, que vengo de ver al hijo
recién nacido de una amiga del cole, me sale pedirle que aprovechen y me
traigan un “sobrino”. – Bueno, o si no ¡pídele matrimonio!- le escribí.
**
Cuando coincidí con Martín en
unas clases de teatro, nos caímos bien, pero no llegamos a hacer migas como
para que se fraguase una amistad. - ¡Es que no veas lo que me imponías! – me suele
recordar.
Martín por aquel entonces salía
con Vega, a la que también conocí porque a menudo le iba a buscar a clase. Para
mí eran la típica pareja de veinteañeros tiernos e inocentes, que se enamora en
el instituto y que hace planes y sueña con seguir juntos hasta el fin de sus
días. De hecho, pasados unos meses desde que finalizara aquel curso de teatro,
decidieron marcharse a vivir a Barcelona con la intención de probar suerte y forjarse
una nueva vida allí.
Durante ese periodo, mantuvimos
el contacto telefónico con llamadas puntuales cada cierto tiempo, en las que
nos actualizábamos sobre nuestros progresos en el mundo de la interpretación. Pronto
a él empezaron a irle las cosas muy bien en el terreno profesional; no tanto a
ella, por lo que su relación se fue resquebrajando.
Por circunstancias de la vida, con
el tiempo también acabé mudándome a Barcelona. Cuando llegué a la ciudad
condal, el noviazgo de Martín y Vega acababa de romperse y ella había regresado
a Madrid. Al acabar de romper una relación de casi siete años, él se encontraba
en un momento personal bastante delicado en el que necesitaba recolocar todo; pero
no dudó en ofrecerme su apoyo para que pudiera abrirme camino en aquella ciudad,
empezando por acogerme en su casa de manera temporal.
Tomamos la buena costumbre de
rematar muchas noches con sobremesas interminables en las que no faltaban ni el
vino ni las risas. Martín era (y es) una fuente inagotable de ingenio, y juntos
formamos un buen equipo. El inevitable cariño que surge con el roce, y con el
aderezo del alcohol, contribuyó a que acabásemos enredándonos entre las sábanas
en más de una ocasión, y que pasásemos a ser compañeros de piso con una
relación extraña de mucho amor, mucho cariño, mucha compenetración y admiración,
respeto, y algún que otro revolcón. Pero sin las mariposas en el estómago y
dosificado a la conveniencia de ambos.
Una noche en la que volvíamos a
casa de salir de fiesta con mis amigas, me confesó que estaba empezando a
sentir algo por una persona, pero que “aquello no podía ser”, según repetía una
y otra vez.
- ¿Quién es, Martín? ¿La conozco?
– le pregunté.
- No te lo puedo decir. Claro que
conoces a esa persona, es del grupo. ¡Pero es que no puede ser, no puede ser!
- ¿Pero quién? – le increpé - ¿Es
Lucía? ¿Leonor? ¿No será Manuela?
- No, ninguna de ellas. No me
insistas más que no te lo voy a decir. No puede ser, así que…
Confundida como estaba por lo que
sentía hacia Martín, durante varios días estuve analizando la situación. – Nos
queremos, nos echamos de menos, nos buscamos, nos entendemos, nos reímos y nos
lo montamos de puta madre en la cama, no siento que esté enamorada, pero ¿y si no
siempre te enamoras de la misma manera y con la edad los sentimientos no son
tan viscerales? – me planteaba. Porque además no podían ser casualidad detalles
como que su olor me recordase tanto a mi padre, que supiera responder a la
cantinela del “me quieres, alfileres; me adoras, lavadoras; me ajuntas,
sacapuntas” que me enseñó mi madre y que no volví a escuchar hasta conocer a
Martín, y otros muchos lugares comunes en nuestras vidas y muchos sueños
compartidos. Aquello era una señal de que era a él a quien tanto tiempo llevaba
buscando.
Esa noche no había más amigas
presentes susceptibles de haberle entrado por el ojo a Martín; de hecho
conociéndole, estaba casi segura de que ninguna de ellas podía ser su tipo, así
que entonces sólo cabía la posibilidad de que estuviera refiriéndose a mí.
Seguramente él también estaba confundido con lo que había surgido entre
nosotros y le descolocaba la manera inesperada en la que se habían desarrollado
los acontecimientos, porque sin darnos cuenta nos habíamos convertido en dos
personas que lo compartían todo, que se gustaban y se necesitaban de alguna
manera. El hecho de ser compañeros de piso y de no haber pasado por el luto
necesario que requiere una relación tan larga, quizá lo hacía todo más
complicado. Por eso no podía ser, como él decía.
Tendríamos que aclararlo,
porque quizá sí podía ser.
Días más tarde, entre caipiriñas,
a Martín se le ocurrió sacar las cartas del tarot para leerme el futuro.
- Pero si tú no sabes – le dije
yo.
- Claro que sí. Me enseñó la
abuela de Vega, pero desde que se murió, no me he vuelto a atrever a echarlas.
Me da algo así como respeto – contestó. – Pero hoy me apetece hacerlo.
De manera muy profesional empezó
a barajar las cartas.
- Corta aquí. Piensa en lo que
quieres preguntar. Escoge un montón. Ahora dame nueve cartas.
Empezó a voltearlas y a colocarlas
formando una cruz, y al lado derecho otra hilera de cartas. A medida que las
iba descubriendo, asentía, como si los dibujos de los arcanos estuvieran
confirmándole cosas que ya sabía.
- Veo una figura de un hombre… es
alguien muy importante para ti. Esta persona ha llegado recientemente a tu
vida, y se ha convertido en un pilar fundamental. Pero las cartas me dicen que
esa persona te ve como una amiga, y tú sin embargo le ves como algo más. ¿No
ves esta carta, que sale uno como vestido de príncipe? – Yo no podía salir de
mi asombro. – Espera, es que creo que la persona que sale en las cartas soy yo –
dijo Martín.
No pude más que hacerme pequeñita
en el sofá y romper a llorar porque el estúpido tarot había desvelado el secreto
que llevaba días preocupándome y sobre el que no había sacado ninguna conclusión.
Martín en cambió respondió con una carcajada sonora:
- ¡Has picado, pringada! No tengo
ni idea de echar las cartas, me lo he inventado todo para tirarte de la lengua.
Indignada le recriminé que
hubiera jugado tan sucio, porque yo no tenía claro lo que sentía y al desvelar
todo eso, sabía que la situación en casa iba a hacerse incómoda. Quid pro quo –
pensé. – Ahora tendrás que sincerarte y decirme quién es la persona que te
gusta, me lo debes – le espeté entre lágrimas.
- Lo siento, estaba de broma, no
quería que te lo tomases así, pero llevaba un tiempo dándole vueltas y no
quisiera que te equivocases con lo que somos… Joder, es verdad, debería sincerarme
contigo.
- Bien. Si no es Manuela, ni
Lucía, ni Leonor ni yo, ¿quién coño es? Porque allí no había nadie más, aparte
de Juan (el novio de Manuela).
Martín agachó la cabeza, como si estuviese reconociéndolo. Mi reacción no fue otra que la de cruzarle la cara, al tiempo
que le gritaba que se fuera a mentirle a su puta madre. Entonces fue Martín el
que empezó a llorar:
- Es Juan, Rita. No sé por qué me
está pasando esto, eres la única persona a la que se lo he confesado y tengo
miedo de que todos reaccionen así.
**
De pequeña, el día de Reyes
solíamos reunirnos toda la familia en casa de unas tías abuelas. Era el único
día del año en el que coincidía con primos segundos como Felisín, mi primo “mariquita”,
con el que siempre hacían guasa porque lo que más le gustaba era cepillarle el
pelo a su pequeño Pony morado, y porque era bastante amanerado y más delicado
que sus propias hermanas. Hacia los veintipocos años, en uno de los primeros
cursos de teatro que hice, conocí a Dani, una “prima donna dramática”, el típico
chico homosexual alocado que me introdujo en el mundo de los bares de ambiente
de Chueca, y junto al que viví unos años de lo más rocambolescos. Y también me
hice amiga de Ruth, y de Verónica, y de Leo, de Alberto… Todos ellos habían
nacido “así”, siendo homosexuales, como el que nace con ojos marrones, vaya. Pero
nunca había conocido a alguien que fuera heterosexual y de repente pasara a
interesarse por personas de su mismo sexo.
- Bueno, de pequeño era yo el que
ponía la mesa y ayudaba en la cocina y no mis hermanas, y nunca me ha gustado
el fútbol. Y cuando los niños se pegaban en el recreo, les gritaba que hicieran
el amor y no la guerra – argumentaba Martín.
**
Meses más tarde era Manuela la
que empezaba a tener problemas con Juan. Yo le serví a ella de paño de lágrimas
y de amiga consejera, de manera que fuimos estrechando nuestros lazos. Al
dejarlo con Juan, cada vez pasábamos más tiempo juntas, y lo que empezó como un
juego en una noche de borrachera en la que nos dimos unos besos, acabó convirtiéndose una amistad íntima, en
el más amplio sentido de la palabra.
Fue entonces cuando entendí que las
personas podían enamorarse de otras personas, independientemente de su sexo, y
que hoy podía ser una mujer, y mañana un hombre. Y fue también cuando sentí la
presión social, con miradas inquisitorias de señoras con collares de perlas, o
el jaleo de orangutanes que se creían que si besaba a mi novia, lo hacía para
excitarles.
Lo curioso es que paralelamente a
Juan le estaba pasando lo mismo, y también le dio por explorar el mundo
homosexual. Se ve que Martín tuvo desde siempre el famoso “gaydar” y acertó de
pleno cuando se fijó en Juan en la época en la que salía con Manuela.
Algunos amigos de Madrid, me
preguntaban qué había en el agua que bebíamos en Barcelona que nos estaba
convirtiendo a todos en unos viciosos, porque no era normal que a nuestra edad
nos diera por salir del armario, que lo que teníamos encima era mucha tontería,
y yo la que más.
Han pasado unos diez años de
aquella época. Manuela es una lesbiana convencida que tiene actualmente una novia
lindísima. Juan está “no oficialmente” casado con Jose, con el que lleva más de
ocho años, y recientemente ha salido con éxito del armario ante sus padres,
después de muchos años de fingir otra vida. Juan y Manuela siguen manteniendo
una excelente amistad y salen en parejas. Yo no he vuelto a tener ninguna
experiencia homosexual, ¡con lo que me gustan a mí los bígaros, los prefiero a
las almejas! Pero me pone muchísimo Julianne Moore, Scarlett Johansson o Blanca
Suárez. Y Martín lleva muchos años de felicidad a veces agridulce con Ricardo,
al que adoro, y con el que espero que se case pronto y que me lleven de madrina.
**
- Ah, no, que me pida matrimonio él a mí ¿no? – respondía Martín al
whatsapp.
- ¡Pero si Ricardo es la chica, tienes que arrodillarte tú!
- Sí, pero para comérsela.
Joder, cómo me ha gustado esta entrada!! Yo he conocido de todo, tengo amigos gays y bisexuales, yo misma también tuve un rollete con una amiga... pienso que eso es parte de la intimidad de cada uno y nadie, nadie es quién para juzgarlo ni para decirte que es vicio o esto o lo otro. En la cama te metes con quien quieres como y cuando quieres. Y punto.
ResponderEliminarMe ha encantado, en serio.
Un beso!!
Muchas gracias, Naar. Besos de vuelta!
EliminarQue bonito escribes jodía. Nunca entenderé a la gente que tiene problemas con que otros sean (o intenten ser) felices. Y si hay algo que no sobra en este puto mundo, eso es el amor.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ahí le has dado. Pero para muchos eso no es amor, sino una aberración y una vergüenza.
EliminarAbrazos y besos.
Menuda telenovela eroticofestiva :-P
ResponderEliminarSi algo me gusta es la gente con la mente despejada...o abierta, pero casi mejor despejada, despejada de gilipolleces y prejuicios. Cada uno vive como quiere mientras eso le haga feliz y no perjudique a los demás. Aunque supongo que para algunos es perjudicial tener un hijo gay...en fin! Bonito post!
Sí, bueno, muchos episodios de mi vida son dignos de un guión de Almodóvar. Fue una época extraña y muy movida.
EliminarCreo que la cuestión no es tener tolerancia hacia los homosexuales, sino respeto. Mua!
Buscar a alguien a quien querer y que nos quiera. El amor no tiene sexo.
ResponderEliminarY tú lo sabes mejor que nadie. Siento no haber mencionado tu historia en esta entrada, pero no sabía cómo colarla, bolli tierna!
EliminarCuando me llegue el amor, espero que venga con sexo :-P
Bravo! Un relato precioso. Y qué pasó con Leonor y Lucía? Jjajjjaajjaa. TQ pichi.
ResponderEliminarPues ya tú sabes, "Lucía"...
EliminarLove you too!
Lucía y Leonor, espectadoras de lujo de toda esta fantástica historia, que no tiene nada de fantástica y mucho de real, siguieron compartiendo risas y alegrías con todos ellos, porque la amistad es otra forma de amor. :-)
ResponderEliminarY en fin, que yo siempre he pensado que no existen orientaciones sexuales, sino sexualidades, y cada uno tiene la suya, personal, intransferible e intocable!!!
Bravo por el texto. Precioso, divertido y emocionante.
Gracias, "Leonor". Ya sabes, que si algún día esto prospera, serás mi correctora-editora.
EliminarLucía y Leonor espectadoras de primera línea y que tuvieron mucho que ver en esa noche de borrachera en la que Rita y Manuela empezaron con el tonteo, jeje...
Es que Rita es irresistible.
ResponderEliminarFirmado: Manuela.
Andaaaa, bobaaaa! Quiero creer que el que tuvo, retuvo, pero me da a mí que no.
EliminarY que nos quiten lo bailao (ahora me viene a la mente el baile del robot y de Monsieur) Mua!
Muy bien contado.
ResponderEliminarMe cuesta leer posteos largos, pero los tuyos son una delicia.
Besos & abrazos
Muchas gracias, un honor. Fue todo un esfuerzo resumir tantos años, y me dejé cosas importantes pero no quería hacer esto más largo de la cuenta. Gracias por el "esfuerzo" de llegar hasta el final. Besos y abrazos también.
EliminarCómo la vida misma Rita. Todo nos sucede para aprender algo nuevo. De todo lo que nos ocurre, hay una lección por detrás, que , aunque al principio nos pueda descolocar o no entender, el tiempo nos desvelará los significados. Cómo siempre, una bonita historia dónde prima la amistad y la tolerancia por encima de todo. Karmem.
ResponderEliminarGracias Karmem. Algún día si me animo, escribiré sobre todo lo que me descolocó y las consecuencias que de todo esto hubo, porque no fue fácil, aunque yo me consideraba una persona tolerante y abierta. Claro que sí aprendí mucho. Besos!
EliminarRecuerdo el tipo champiñon, pero el bigaro?
ResponderEliminarSupongo que la vida te lleva por caminos que algunos ni se imaginan.
Ese fue un comentario de mi madre, cuando le contaba que una amiga, recientemente también se ha cambiado de acera. Su respuesta fue: "pues vaya ganas, comerse una almeja. Vamos, que yo no me comía ni una almeja ni un bígaro". Y bueno, el "bichito" fuera de la concha es alargado...
EliminarSí, la vida te da sorpresas.
Si es que lo importante es quererse y quererse bien. Todo lo demás es secundario, oye. Un besote!!!!
ResponderEliminarQue no falte el amor, sea de la forma que sea. Mua!
EliminarMe ha encantado. A mí alrededor siempre he tenido amigos gays, fuera y dentro del armario. Y esto es lo triste, que muchos tenían (o tienen) miedo a salir. Que cada uno sea lo que le dé la real gana. No me gusta cuando la gente habla de vicio. ¿Es que acaso no hay vicios buenos y el sexo el mejor de ellos? Ojalá todos fuéramos unos viciosos.
ResponderEliminarGracias Dorotea. Bueno, desgraciadamente sigue habiendo gente que sigue los mandatos de lo que "decía Dios", sobre todo en lo que les conviene, y ve como una aberración el hecho de que dos personas del mismo sexo puedan amarse. Creo que el vicio no está en la tendencia sexual de cada uno, sino en la mente, cuando está sucia y llena de prejuicios y de falta de respeto para con uno mismo o con otros.
EliminarUna entrada preciosa.
ResponderEliminarTendemos a etiquetar y clasificarlo todo, y se nos pasa por alto que lo que está vivo implica cambios, y eso no se puede, ni se debe, etiquetar.
Besos!
¡Gracias B! De hecho no me atrevo a ponerle ninguna etiqueta a mi amigo Martín. ¿Es gay? Pues no lo sé, para mí es simplemente guay.
EliminarMe ha gustado mucho. Yo también me he dejé llevar con una amiga... Y casi nadie me entendió jajaja Pero no me gusta cerrarme a este tipo de placer que no hace daño a nadie, la vida está para vivirla y para sentirla, no?
ResponderEliminarMe quedo por aquí, si me permites :)
¡Bienvenida, Telma! Mi casa es tu casa.
EliminarSin entrar en el terreno del placer o del sexo y las apetencias sexuales, simplemente quise dejar ver que el amor es válido en cualquiera de sus formas, y que cada uno pueda decidir libremente lo que quiera hacer y a quien quiera querer.
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ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarRealmente tus argumentos me temo que caen por su propio peso, y lo digo sin malicia alguna también.
EliminarEn primer lugar no sé de dónde te has sacado que las plantas de mi casa son lesbianas. Lo cierto es que aunque les hablo cuando las riego, jamás les pregunté cuál es su tendencia o apetencia sexual, de la misma manera que no lo hago con mis amigos. Me da igual que prefieran el misionero o la postura de la amazonas, la cucharita, la cortesana o lo que sea; que les mole darle al mortero o que piensen que ese es sólo un orificio de salida; que se junten con alguien del sexo opuesto, con alguien del mismo, o con 20 a la vez, mientras sea su elección y puedan tomarla libre y felizmente... creo ese es el auténtico respeto. No creo estar defendiendo la homosexualidad con ardor, simplemente estoy contando una realidad. A pesar de tu coletilla aclaratoria sobre la "no malicia", realmente una afirmación así jamás podría ofenderme. De hecho hasta me enorgullecería.
Me reafirmo cuando digo en los comentarios que el vicio no está en la tendencia sexual de cada uno, sino en la mente, cuando está sucia y llena de prejuicio, pero este comentario va tanto para hetero como para homosexuales. Es mi opinión. Dices bien que la opinión de cualquier persona es válida; bien, pues esta es la mía y como es mi blog, la expreso. Evidentemente si tengo una opinión, estaré en contra de la contraria. Pero allá cada cual, si quieren/quieres seguir cerrados y como borricos con orejeras.
Quisiera informarte de que en 1973, la Asociación Norteamericana de Psiquiatría retiró el término “homosexualismo” del manual oficial que contiene la lista de desórdenes psiquiátricos, y la Asociación Norteamericana de Psicología hizo lo mismo en 1975. Numerosos estudios han comprobado que la orientación sexual de una persona no está relacionada con su salud mental y que la homosexualidad tampoco es un defecto genético, por lo tanto si alguien sigue pensando lo contrario, ese alguien tiene un problema. Se llama homofobia, y sí está tipificado.
Quiero creer que lo de los activistas gays sea un trauma que tengas tú con alguno que te haya querido comer la moral u otra cosa, o que tú hayas creído eso (que es algo muy común entre los heterosexuales lo de creer que todos los gays van a querer encularle), puesto que ni soy activista ni he pretendido con esta entrada dar lecciones de nada. De hecho podría haber cerrado el post con una coletilla de moralina, pero preferí dejarla tal cual y que cada uno sacase sus propias conclusiones. Otra cosa son los comentarios y los debates que se puedan generar, así que gracias por tu lectura y el esfuerzo.
Como dicen por ahí arriba, si hay algo que no sobra en este mundo, es el amor, así que que no falte!
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Eliminar¿Y si no hay ninguna teoría que demuestre cuál es el origen de esa "conducta", ya tiene que ser "anormal" o "antinatural"? ¿Quién lo dice, Dios? Sí esa es tu respuesta, me temo que se acabó aquí el debate, porque yo no creo en cuentos.
EliminarSi amarse es un vicio, que viva el vicio entonces.
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EliminarAhh... claro claro. Uf, gracias por la aclaración, se ha notado que fui rubia de pequeña.
EliminarO sea que basándonos en las leyes de biología que expones y en lo que ha creado la naturaleza, el único fin del sexo es la reproducción, y por lo tanto toda actividad sexual que no tenga como fin procrear, es un acto de vicio porque va contra natura. ¡Qué aberración el placer! Y ciertos animales que tienen conductas homosexuales también son unos viciosos.
Sí, que prosigan los estudios, hay que llegar al quid de la cuestión y si me apuras, eliminar a todos los desviados o encerrarlos, no vaya a ser contagioso y nos convirtamos todos en homosexuales.
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EliminarEvidentemente mi comentario sobre eliminar o encerrar a los homosexuales era una ironía, porque aunque empezaste diciendo que respetas con quién se acuesta cada cual, tus respuestas desprenden un cierto tufillo homofóbico y un empeño en dejar claro que para ti eso no es “normal” y gays y lesbianas deberían ir siempre con un cartel que señalara su condición, no sé bien para qué.
EliminarEn el supuesto de que yo fuera bisexual como tú dices, desde luego no me dolería ninguno de tus argumentos. Pienso que ese tipo de etiquetas sobran; simplemente creo en la capacidad de amar de las personas, más allá de prejuicios absurdos o de demagogia barata.
Hay registros de contactos “carnales” entre animales del mismo sexo en más de 1.500 especies, y se han descrito como reiterados en unas 500. Efectivamente no se puede hablar de homosexualidad en los animales tal cual la entendemos en las personas (entendida como una inclinación hacia especies de su mismo sexo), pero según demuestran los estudios, el apareamiento entre animales del mismo sexo no solamente ocurre naturalmente, sino que incluso pareciera ser una adaptación biológica y evolutiva para la supervivencia de determinadas especies. La motivación para adoptar estas conductas puede ser de índole muy diversa, entre las que también está la del placer puro y duro que se te ha olvidado contemplar por cierto. Menudas cosas tiene la naturaleza entonces, ¿no?
Pero no, para ti peras con peras y manzanas con manzanas porque así lo decidió la naturaleza según tú, y cualquier cambio o evolución es rara, anormal, y una desviación. Y pretendes basar toda tu argumentación en el tema de lo que la naturaleza creó y en el fin reproductivo de las relaciones sexuales "normales". Entonces los que no queramos tener hijos, no debiéramos mantener sexo, no?
En fin, tú mismo.
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EliminarDifícil llegar a un acuerdo, sobre todo cuando interpretas lo que digo como quieres, que yo no he dicho que los animales sean gays, sino que a menudo tienen conductas homosexuales y es algo normal. Entre las personas también lo es.
EliminarTu amiga lesbiana seguro que agradece que no intentes cambiar su orientación; y ya no se trata de que la aceptes tal cual es, sino de que la respetes.
A pesar de todo, gracias por expresar tu punto de vista.
Jajajajajaja me ha encantado el debate. Y ya que me lo he leído, si no digo algo me muero!
EliminarPor qué no somos capaces de entender que los seres humanos no somos animales? Que debemos estar por encima de esos instintos primarios en los que se basa la vida de un mono, por ejemplo? La naturaleza nos creó así para que nos pudiéramos reproducirnos, claro, pero nosotros ya no relacionamos el sexo con la reproducción! Nos reproducimos sin necesidad de sexo y tenemos sexo sin necesidad de reproducirnos. Comemos sin hambre, por placer, y eso tampoco lo hacen los animales. Y así, tantas cosas! Cada vez que alguien me habla de la puta naturaleza para justificarse me cabrea. Han llegado a justificarme así, no sólo la homofobia, también el racismo. Entonces, según esta gente, como el tal David Sosa, deberíamos ser naturales como los animalitos, ir desnudos, comer sólo alimentos crudos, intentar follarnos a todo lo que se mueve ( del sexo opuesto, claro) y sólo con el fin de procrear... Pues lo siento, David, pero no lo veo. Y siento vergüenza ajena de la gente como tú.
Besos, Rita, y disculpa el rollazo ejejejeje
De rollazo nada. Creo que tu argumentación es aún más clara que la mía. Chapó nena!
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EliminarNo te confundas David que aquí el que lee lo que quiere me temo que eres tú. A colación de tu argumentación basada en la biología (un poco sui géneris, todo hay que decirlo) y de lo que creó la naturaleza, te rebatí diciendo que la propia naturaleza también ha hecho que animales tengan conductas homosexuales, por lo tanto no tienen mucho sentido tus argumentos si te basas en justificar lo que es "normal" o lo que no lo es en base a lo que creó la naturaleza; pero nunca lo utilicé para justificar la homosexualidad entre las personas. Simplemente lo expuse para que vieras que tanto una cosa como otra son normales, no producto de una patología o una desviación.
EliminarMe sorprenden tus estadísticas, quisiera saber de dónde las has sacado, pero más me espanta tu pensamiento de que el 97% de población restante con tendencias homosexuales, estén motivados por el morbo, o sea, por algo patológico, enfermizo y malsano. Ole tú. Que a ti se te hayan ido los ojos tras el culo de un maromo, no quiere decir que el resto tenga las mismas motivaciones. Y aquí volvemos al origen de nuestro debate: que el vicio o la perversión, que lo enfermizo y lo malsano está en la mente de las personas que creen que amar a alguien de su mismo sexo es por puro morbo.
Sabes, Rita? ( me dirijo a ti porque este señor no me entiende jajajja )Para mí el morbo no es nada malo. Yo, cuando se la chupo a mi novio, a veces le miro. Sé que eso le encanta, porque le da morbo. De hecho, el sexo oral no sé hasta qué punto es algo natural, ya que no tiene nada que ver con la reproducción, sino con el morbo, pero a mí me encanta. Como el sexo anal, con el que también disfruto. Y por morbo, tuve más que palabras con una amiga, y fue estupendo. Por eso el argumento de " lo hacen por morbo" me da risa jajaja, porque siempre pienso: y qué?
EliminarLo que esta gente homófoba no sabe es que hay valores como la confianza, el respeto, la empatía, la tolerancia, que no están reñidos con el placer, con el amor o con el sexo, ni tampoco con el morbo. Y en fin, son ellos los que se pierden una vida plena sin tabúes, ni prejuicios absurdos. Antes he dicho que me daban vergüenza ajena y ahora añado que me dan pena :)
El morbo es la curiosidad o la atracción por lo prohibido. No tiene por qué ser malsano. Es humano, nada más :)
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarEstás comparando la homosexualidad con la zoofilia o la pedofilia? No te da vergüenza? No tengo palabras... Bueno, sí las tengo pero son insultos y no quiero caer tan bajo, aunque lo merezcas! Y digo que lo mereces porque es inútil argumentar contigo! Acabamos haciendo todos el ridículo, tú por ignorante y los demás por gilipollas al perder el tiempo con alguien como tú...
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EliminarQuerida Rita he decidido borrar todos mis mensajes porque se ha generado un mal rollo que yo no pretendía tu tienes tu forma de pensar y yo la mía , así que borrón y cuenta nueva.
Eliminarun abrazo sincero.
Es que quién es nadie para juzgar y más con los tiempos que corren. Ole tus huevos por esta entrada!
ResponderEliminarGracias Ana, que viva el amor!
EliminarBueno, creo que me tragó el comentario anterior. Me hiciste recordar historias parecidas.
ResponderEliminarTu prosa fluye muy bien. Me quedo leyendote. Salud
Pues qué pena que se perdiera el comentario. Muchas gracias por quedarte y por el piropo. En cuanto pueda me paso a visitar "tu casa".
EliminarQue grande eres niña ;)
ResponderEliminarBesos donde quieras jejejej
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