viernes, 15 de febrero de 2013

Glen Hansard en directo. Madrid, 13 de febrero en la Sala Joy Eslava


La sensación con la que volví ayer a casa después del concierto de Glen Hansard, podría compararse con la de revolver y revolver en un mercadillo hasta encontrar un tesorito exclusivo a precio de ganga y al que seguro podrás darle muchas utilidades. Que la economía está como para pensárselo dos veces antes de gastarse los dineros en ocio, pero si resulta que por el precio de una entrada consigues disfrutar de más de tres horas de espectáculo (incluyendo la actuación de su telonera Lisa Hannigan), de una sensación cercana al éxtasis como consecuencia de la recarga de endorfinas que produce la música, y de un show humorístico improvisado, pues entonces puedes acostarte tranquilo y feliz, con ese regustillo placentero de haber hecho una muy buena inversión comprando esa entrada.
Si no conté ni vi mal a pesar de las cabezas que tenía por delante en una Joy Eslava abarrotada que  colgó el cartel de “entradas agotadas”, creo que llegaron a subirse al escenario nada menos que 12 músicos entre batería, bajo, teclado, guitarras, trompetas, violines y violonchelo. Y fue ver aparecer en el escenario a semejante banda y pensar: esto promete.
“The storm, it’s comming” con Glen al piano era el anuncio de la tormenta emocional que ahí iba a tener lugar y que no hacía más que comenzar, para seguir con “You will become” y “Maybe not tonight”, en la que por fin se colgó su famosa guitarra agujereada con la que muchos le asociamos. Quizá mis expectativas eran muy altas, pero durante estos primeros minutos del concierto, eché en falta una mayor contundencia en el sonido, y un poquito más de lo que vendría a ser la versión made in Hansard del quejío andaluz, esos desgarros en la voz que te parten el alma.
Necesitábamos entrar el calor.


Seguramente el haber crecido como músico en las calles le ha dado a Glen el conocimiento de que para meterse al público en el bolsillo, no hay nada como mostrarse cercano, contando anécdotas o bromeando como si fueras uno de sus colegas al que está poniendo al día.

Así contaba cómo una noche de noviembre, decidió coger con uno de sus amigos un barco con el que suele navegar, solo que decidieron hacerlo borrachos, sin chaleco salvavidas, saliendo del el puerto por la zona de entrada de los barcos y dirigiéndose hacia el faro, aún a sabiendas de que precisamente esa luz  te dice que te alejes. Además era una noche oscura con el frío mar irlandés algo picado… y encima el motor decidió pararse. ¡Almas de cántaro! Cuando pensaban que estaban perdidos y que ese era su fin, llegaron varias olas: la primera les estampó contra las rocas del faro haciendo un agujero en el barco por donde empezaba a entrar agua. La segunda volvió a elevarles para hacerles chocar de nuevo contra las rocas haciendo más grande el agujero, y comentaba Glen que fue en ese momento cuando se dio cuenta de que si llegaba una tercera ola, quizá podría aprovechar el momento para intentar arrancar el motor y tratar de salir de ahí. Llegó la tercera ola y afortunadamente consiguió poner en marcha el barco, rumbo de nuevo a la orilla en un trayecto en el que ni él ni su amigo fueron capaces de decir ni una sola palabra. Entendió que para las fuerzas de la naturaleza no éramos más que un trozo de carne al que podían vapulear a su antojo, y que nosotros no somos si quiera capaces de entender a la madre naturaleza e interpretar sus señales. Así introducía “Talking with the wolves”.
Con “Love don’t leave me waiting” comenzó el delirio propio de un concierto de rock, incorporando al final de la canción estrofas del ”Respect” de Aretha Franklin.
Echando mano de esa faceta de actor cómico que Glen no puede esconder, contaba cómo cuando se enamoró por primera vez con 18 años, experimentó cómo el corazón es capaz a veces de anular las ideas de la cabeza; en ocasiones se produce un problema de comunicación entre ambos órganos puesto que probablemente no conocen la existencia el uno del otro, o porque ni si quiera tienen teléfono para poder dialogar, pero que lo paradójico del tema era que a esas edades, no había que hacer caso a esos debates y comeduras de cabeza en los temas del amor, porque a fin de cuentas lo único importante debía ser el “donde” iban a disfrutar de ese amor tan sexual. Así daba paso a el primero de los temas que interpretó de la banda sonora de “Once”, “When your mind’s made up”, con la que recuperaría la intensidad que eché en falta en “Philander”.
Hablaba de esas noches de borrachera que acaban en resacas tan terribles que crees que vas a morir, pero después te recompones y te das cuenta de que realmente no ha llegado tu hora, así que si consigues levantarte, puedes celebrar que sigues aquí empezando a beber de nuevo. Esa era la nota introductoria de “Low rising”.
Una emocionante “Bird of sorrow”, que sonó mucho más brillante que en el disco que venía a presentar, "Rhythm and repose" nos puso tontorrones con el ojo Candy-Candy para más adelante rematarnos con la estremecedora “Leave”, interpretada con desgarro y fuerza con Glen a pie de escenario, solo con su guitarra y sin enchufes. Y entonces no puedes más que hacerle la reverencia.
De nuevo un parón para contarnos que desde que habían llegado a Madrid, les había dado tiempo de escoger cuál era el bar en el que servían el mejor café de la ciudad, gracias a una aplicación de teléfono que tenía uno de los miembros de la banda que al parecer era todo un sibarita en lo que a cafeses se refería. Mi amiga más cafetera dice que no conoce esa aplicación, y ya me extraña. Que digo yo que ya me podía haber llamado Glen y le habría organizado un plan más estupendo, pero nada. Eso, y que estuvieron en la tienda de guitarras de Felipe Conde donde fliparon un poco y todas las guitarras eran maravillosas, y que si algo era maravilloso, que qué importaba el precio. Pero que bueno, que en realidad no habían comprado nada... Y hablando de guitarras invitaba al escenario a Javier Más, un zárágózánó virtuoso de la guitarra española al que Hansard conoció cuando Más ejercía de escudero de Leonard Cohen.
Aprovechó además para pedirle al público colaboración con los coros, con un “ahhh” que según Glen debía sonar a “una mujer rusa en la proa de un barco que va a dar malas noticias… pero no malas del todo”. Se trataba de los coros de “Backbrocke”, una de mis canciones favoritas de “The Swell Season”.
 Javier Más siguió sobre el escenario en “Papercup” y “High hope”, donde de nuevo Glen solicitó nuestra ayuda entonando ese “there” que teníamos que cantar, un “ahí” estupendo hipotético que hay que visualizar y tener siempre presente para tratar de alcanzarlo en los malos momentos.

La siguiente pausa del concierto esta vez la causó una de las asistentes, que al parecer protestaba porque no conseguía escuchar bien los speechs que Glen se marcaba. Digo “al parecer” porque claro, a ella sí que no se la oía. Él explicaba que el teatro donde estábamos había sido concebido para ofrecer conciertos de ópera mientras se hacía un lío con las "z" de zarzuela, por lo que no podía ser que la acústica que en el siglo XIX era buena, ahora fuese mala. Pero como solución la invitó a subir al escenario y a continuar disfrutando desde allí el resto del concierto. Y la loca –porque estaba loca, porque mira que montar el pollo y paralizar una actuación- que se lo pensó, pero al final subió. Que yo ya estaba dispuesta a protestar o algo también por si me subía a mí, pero no pudo ser. Entonces Glen empezó a proyectar de manera exagerada su voz, pretendiendo que su inglés sonase más claro forzándolo hacia un acento que aunque trataba de que sonara a español, decía que más bien parecía estar imitando a Roberto Benigni gritando eso de "I scream, you scream, we all scream for ice-cream" de la película “Bajo el peso de la ley”. Si es que a este chico, que además de buen cantante, majo y guapo, le gusta el cine; lo tiene todo, oye.
Una vez solucionado el incidente, llegó el tema inédito “Moving on” que me moría por escuchar. No sé yo si quedaría fino que contase dónde me vibraban esos “moving on” que cantaba bajando la voz hasta emitir un sonido ente Barry White, un rezo tibetano o algo gutural mientras movía sus caderas... Pues eso.
Hizo una mención especial a los componentes de “The Frames” que compartían con él escenario a la hora de presentar por fin un tema de su anterior banda. Con “Santa María” dejaban a un lado el rollo folk para pasearse por un hipnótico post-rock con el que perdimos la cabeza.
Glen volvió a prescindir de acompañamiento para despedirse antes del único bis cantando a pulmón “Song of good hope”, dedicada a un amigo que murió de cáncer y que según nos contó, decidió abandonar la quimio en los últimos seis meses de su vida para poderla vivir disfrutando a su manera.
Después de un par de minutos de ovaciones, regresó de nuevo solo para interpretar “Say it to me now” con la misma intensidad con la que nos destrozó en “Once”.



Pidió paso a toda la banda para tocar juntos aún en versión desenchufada “Gold”. Se retiraron e invitó a Lisa Hannigan para que acabara de conquistarnos con su ukelele y su delicada voz en "Blue Moon" donde Glen quedaría en un segundo plano para después intercambiar papeles y acompañarle contraponiendo sus voces en la preciosa “Falling Slowly”, la ganadora al Oscar a la mejor canción en 2008.




“This gift”, que aparece en la B.S.O. de la película "The Odd life of Timothy Green", es otra de esas canciones que te noquea con su belleza:
This gift will last forever
This gift will never let you down
Some things are made from better stuff
This gift is waiting to be found
Es el regalo que le dedicaba Glen a Lisa que había cumplido años el día anterior, y te recomiendo que escuches esta versión que hizo hace poco con su sobrina: "This gift" feat Amy Hansard



Después de más de dos horas y media de concierto llegaba el momento de despedirse, y en vez de hacerlo con una nana de buenas noches, lo hacía con una canción que esperaba que nos plantase una sonrisa y que se nos quedase pegada. Decía que si acaso quisiéramos quitárnosla de la cabeza, sólo teníamos que tararear un rato “Private dancer” de Tina Turner. Se trataba del “Passing through” de Leonard Cohen, que fue interpretada por la banda al completo, Lisa Hannigan y Javier Más incluídos y que acabamos todos coreando. Ellos salieron del escenario en fila india montando una especie de conga dando brinquitos, y así no fuimos nosotros, felices como perdices.

Si creías que Glen Hansard era un cantautor folk más que no podría subir demasiado la intensidad en sus conciertos ni conseguiría elevar tu ánimo, estabas confundido. Y con lo que me gusta a mí el marujeo y los detalles, si pensabas que esto iba a ser una crónica formal y que te iba a contar cómo lo viví de una manera objetiva y sin “mojarme”, también te equivocabas. Échale la culpa a las endorfinas que se liberan con la música y hacen que se incremente el deseo sexual.


NOTA: Gracias a Elena por su inestimable ayuda a la hora de interpretar las palabras de Glen que se me escaparon producto de la emoción que aún hoy me dura.
A la persona que ha colgado en youtube el video de parte del concierto.
Y al autor de la primera foto, Samuel Sánchez para El País.


9 comentarios:

  1. Tiro un euro esloveno al aire15 de febrero de 2013, 14:00

    Gran crónica, Rita.
    Yo estuve "there" y puedo decir que así fue. Muy buena inversión.

    Passing through, passing through
    Sometimes happy, sometimes blue,
    glad that I ran into you
    Tell the people that you saw me passing through

    ResponderEliminar
  2. Aterrizo aquí, buceando de blog en blog, y ahora no sé cómo llegué aquí. Pero me gusta, y con tu permiso me quedo. En realidad aterricé en tu entrada anterior, que dentro de un ratín iré a leer.
    No conocía este autor, en realidad no conozco mucho de nada. Pero me gusta tu estilo al hacer crónicas. Y oye, me has convencido para por lo menos escucharle y a ver qué tal. De momento, Blue moon, mítico tema que me encanta, me ha gustado en esta versión.
    Saludos!

    ResponderEliminar
  3. Pues bienvenid@, encantada de tenerte por aquí. Ahora voy a bucear yo también ;-)

    ResponderEliminar
  4. Rita, excelente crónica del concierto, en el cual también estuve, y la sensación de alegría y optimismo irlandés, ha sido la misma.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias. Así son las cosas, y así se las hemos contado ;-)

      Eliminar
  5. Compartir el momento que, sin duda alguna, y para gusto de todos, devoró la Joy sin contemplaciones.
    Y fue este. http://www.youtube.com/watch?v=PBA1FPj8cJ0 Muchas gracias, Rita.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buenoooo, según veo el video me vuelvo a emocionar con esa doble vuelta del final y esa fuerza. Muchas gracias por compartirlo, Bea.

      Eliminar
  6. Gracias por tu comentario en mi crónica para Notedetengas... La verdad es que fue un concierto de los que no se olvidan. Muy muy muy impresionante.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a ti.

      He descubierto un canal en youtube de un tal rubengarrido que ha colgado varios videos de muy buena calidad e imágen del concierto: http://www.youtube.com/watch?v=u_oLhIGwSXQ&list=UUaJj7JUeOR4q4_YLm-5BtIg

      Eliminar

No te cortes, di lo que sea que aquí no hay censura