"Hay que tener aspiraciones elevadas, expectativas moderadas y necesidades
pequeñas" - H. Stein
(Viene de la entrada anterior)
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Puede que mis exigencias y mis creencias sobre cómo tendría
que ser mi hombre ideal me estén limitando a la hora de encontrar pareja. Me he
convencido de que cada día soy más maniática, y que amo tanto mi independencia
y mis momentos de soledad, que me será muy difícil adaptarme al ritmo de otra
persona. ¡Qué pereza! Ese solía ser mi pensamiento al respecto.
Que alguien llegue a conquistarme creo que no es tan difícil,
pero requiere su esfuerzo. Me gusta que me adulen hasta el sonrojo, que me
hagan sentir una reina y que para esa persona soy alguien único y especial;
pero además deberá ser persistente cada vez que yo intente dificultar su
acercamiento, porque soy de ánimo un poco voluble. Me tendrá que mostrar un
lado aventurero, excéntrico y divertido; alimentarme con nuevas emociones,
hacerme sonreír. Y como no me tomo la vida demasiado en serio, tendrá que saber
jugar y bromear conmigo sutilmente, y llevará mucho camino ganado si sobre todo
me hace reír.
Cruz pareció haberlo adivinado. Luchó contra mi resistencia inicial
a golpe de halagos, y mostró un exaltado interés por cada tontería que le
contaba, adulando sobre todo mi sentido del humor. Sí, nos reímos mucho virtualmente.
Consiguió seducirme poco a poco con
grandes dosis de positivismo e ilusión, imaginando una bonita película en la
que además de él y yo, estaba mi perro de protagonista.
- Aguantaremos hasta que regreses a Madrid porque va a ser
genial. Dejemos que la vida nos sorprenda, a veces es bonito. Y además quiero
conocer a tu perro – me escribió al tercer día de intercambio de mensajes. Para
entonces ya llevábamos mucho escrito tratando de conocernos mejor.
Las palabras clave que escribió un día fueron: “Enamorarse es
difícil pero no debemos renunciar a encontrarlo. Es la mejor droga del mundo, y
hay que tener ilusión”. A partir de ese momento mi móvil se convirtió en una
extensión más de mi cuerpo. Sí, me pasé las vacaciones pegada al teléfono y me
fundí el paquete de datos de la tarifa que tengo contratada; pero que no cunda
el pánico, que pagué un extra para seguir idiotizada frente a la pantalla. Es
increíble cómo el nombre de una persona que antes no existía en tu vida, de
repente pasa a ser el único que quieres leer delante de cada mensaje, y el
motivo de acostarte y despertarte cada día con una sonrisa; alucinante que
alguien pueda llegar a motivarte y engancharte a través del móvil, sin escuchar
la voz ni habiéndonos visto aún en persona.
En el intercambio de fotos conectamos totalmente: él me
enviaba una foto disfrazado de torero, y yo de gitana. Él con boa de plumas, yo
con bigote. Él con sus sobrinos, yo con los míos. Los dos haciendo el tonto. Los
dos gustándonos con lo que veíamos y con lo que imaginábamos del otro.
Miles de whatsapp, varias llamadas de teléfono y 36 emails
después, mas una caída accidental en mi blog, ya íbamos embalados. Si después
de todo lo que habíamos compartido virtualmente no surgía la química, entonces
nos iba a doler.
- Mira que como salga mal… - escribí yo.
- ¡Mira que como salga bien! – me contestó.
Una noche mi sobrina de 7 años me sorprendió viendo un vídeo en el que entrevistaban a Cruz:
- ¿Quién es ese? – me preguntó
- Pues un chico que me gusta. ¿Qué te parece para mí de novio? –
le dije en plan pícaro.
- No sé, no me gusta su barba – contestó mientras te sentaba
a mi lado para curiosear - ¿Pero le has pedido que se case contigo?
- No, además aún no le conozco – respondí riéndome.
- ¿Entonces cómo sabes que te gusta? ¿Cómo sabes que va a ser
tu novio?
Probablemente mi sobrina a su edad, estaba siendo más sensata
que yo.
Esta vez lo que hizo la providencia fue confabularse con el
hermano bueno de Murphy para que tuviese que interrumpir mis vacaciones y
regresar anticipadamente a Madrid pero por una oportunidad de trabajo excelente.
Al menos Cruz y yo no tendríamos que esperar 16 días para reconocernos y
descubrir si de verdad nos gustábamos.
Los nervios de estar cada vez más cerca de encontrarnos, admito
que me tuvieron tontísima los días previos, en los que me sentí más viva que
nunca.
Se preocupó mucho de sorprenderme en la primera cita,
escogiendo sus rincones favoritos de Madrid para pasear a mi lado. Todo era
perfecto, sin embargo por algún motivo durante la cena, ciertos comentarios que
Cruz hizo sobre mi pasado que ya conocía por haberlos leído por aquí, me
hicieron sentirme desnuda y vulnerable, incómoda por estar jugando en
desventaja. El hecho de que además mirase constantemente la hora, desató todas
mis inseguridades, y empecé a dudar si quería o no seguir estando ahí.
A las 12 en punto era oficialmente mi cumpleaños:
- ¡Felicidades! Tienes que cerrar los ojos para que pueda
darte tu regalo – exclamó.
Se acercó despacio por detrás, y apartándome el pelo
aprovechó para olerme. Me puso un bonito collar y fue entonces cuando me dio su
primer beso.
Horas más tarde la cita acababa conmigo llorando desconsolada
en un momento muy inapropiado. Monté EL NUMERITO, repitiendo en un mar de
lágrimas: “no tendría que estar aquí, lo siento”, mientras me largaba en taxi a
mi casa sin poder dar más explicación que esa. Las expectativas, lo real, mis
inseguridades y los inoportunos
fantasmas del pasado, produjeron en mí un cortocircuito y no supe controlarme,
pero él tampoco supo cómo consolarme. En el fondo no éramos más que dos
desconocidos que habíamos creado un clima de confianza artificial.
- Yo solo quería que todo fuera bonito. Siento que no fuera
como esperabas – me escribió al día siguiente.
- Lo sé. Por eso quiero que me des otra oportunidad, una mala
noche la tiene cualquiera. Nada es nunca como uno espera, pero eso no significa
que sea peor – le contesté.
Confesó que aquella noche, incluso se le había pasado por la
cabeza que yo era una mujer casada arrepentida de haber acabado de cometer una
infidelidad. “No tendría que estar aquí, lo siento” es lo que dicen en las
películas en situaciones así.
Se pensó mucho su
respuesta, pero después también concluyó que el hecho de que nos gustásemos, no
quería decir que todo tuviese que ser como deseábamos que fuera.
Los siguientes días continuamos conociéndonos e intentando
acoplarnos el uno al otro. Cinco citas más tarde Cruz se quejó de lo incómodo mi colchón, y yo
pensé que la hazaña de haber llegado a ese número de encuentros, teniendo en
cuenta mi currículum sentimental, bien merecía un mejor colchón. Eso y que
efectivamente mi colchón era una mierda y llevaba tiempo pensando en cambiarlo,
y que había una oferta en un centro comercial que no debía dejar escapar según me comentó mi madre.
Para comprarse un colchón hoy en día, necesitas ser
ingeniero para averiguar qué es lo mejor para ti: que si viscoelástica, que si
fibra, muelle independiente, muelle embolsado, muelle continuo, espuma, látex, etc.,
y todos ellos con diferentes grados de firmeza. ¡Si yo sólo quiero un colchón cómodo!
Estuvimos mi madre y yo probando varios tumbándonos por
separado y también juntas, por comprobar si la una se volcaba hacia la otra, por si
acaso. Estuvimos incluso botando sobre los colchones ante la mirada atónita de
la dependienta. Comprar un colchón puede llegar a ser muy divertido. Te preguntan la posición en la que duermes, cuánto te mueves
en la cama, cuánto pesas, si eres o no friolero, si tienes alergia al polvo, si
duermes solo o acompañado…
- Bueno, mi hija normalmente duerme sola, menos cuandoooo… -
le dijo mi madre a la dependienta.
- Madre, ¿no puedes ser más indiscreta? – contesté
avergonzada.
- Hija, no vaya a ser que te vendan un colchón para solteras
y luego claro, con el trajín que llevas últimamente te lo acabes cargando, que
igual hay que preguntar si te aguantará el traca-traca.
- ¿Traca-traca? Mamá, lo que yo hago es el tralarí-tralarí de
“El Milagro de P Tinto” – respondí fingiéndome inocente.
A Cruz le agobió mi compra y le dio cargo de conciencia.
Menuda tontería, si ya sé yo que ese no es uno de los sacrificios que dicen que
hay que hacer en el amor, pero ciertamente me he dejado una pasta en el nuevo
colchón, y si él no me hubiese recordado la falta que me hacía, quizá hubiese
aguantado más con el que tenía.
Unos días más tarde y después de pasar un fin de semana juntos en el que estuvimos muy a gusto, en nuestro intercambio diario de emails, no
se me ocurrió mejor cosa que empezar a tirar de ese hilo del que no debes hacer
cuenta porque si tiras, sin proponértelo acabas deshilachándolo todo y terminas
por cargarte lo poco que llevabas tejido. Ese hilo de porqués y preguntas. De
repente Cruz sin ton ni son decidía que a pesar de que hasta ese momento todo
había ido bien, lo más inteligente era dejarlo ahí antes de que saliese nadie
herido. Decía que seguía pensando que soy una persona muy atractiva e
interesante, pero que no siempre dos y dos suman cuatro – argumentó -, y aunque no
le gustaría apartarme del todo de su vida, creía que lo mejor a partir de ahora era el
distanciamiento. ¿Ehhhhh? Cortocircuito total y apagón. Y encima lo hacía por email,
supongo que para mantener la coherencia de una relación que se había
desarrollado más virtualmente que en la realidad.
- Mamá, que la historia con Cruz se ha acabado, que ya no nos
vamos a ver más, qué hago, ¿devuelvo el colchón? ¡Que es mucho dinero!
- No seas boba, que ese colchón te vale para toda la vida. Yo creo que hiciste
una buena compra. Y mira, si resulta que lo estrenas tú sola, estarás tan ricamente - me respondió al otro lado del teléfono.
- ¿Toda la vida? Pero si la vida media de un colchón son 10 ó 12 años.
- El tuyo yo creo que te da mínimo para 20 años, porque le
puedes dar la vuelta y le duplicas la vida, pero es que si además tenemos en cuenta
que vas a seguir durmiendo sola por lo que dices, entonces se la cuadriplicas, porque también le
puedes dar la vuelta de este a oeste.
- Claro, 40 años para disfrutar del colchón en soltería, y considerando mi edad, lo siguiente sería una cama articulada, ¿no?
Escribí hace un año que la próxima vez que me enamorase iba a ser de esos amores de película,
intensos y bonitos desde el momento del flechazo, y no me creía capaz de
llevarlo a cabo, pero la vida puede cambiarte en sólo un instante. No llegué a enamorarme, todavía me faltaba tiempo; no fue un flechazo, pero sí que fue todo bastante peliculero, entusiasta y particular. Pero me quedé a medias.
Hace un mes que todo empezó. Hace una semana que todo se acabó. Y ayer mismo me trajeron mi flamante nuevo colchón.
Cuando menos te lo esperas, tu vida puede dar un giro. En mi caso podría decirse que el giro fue de 360º, porque he vuelto al inicio. ¡Qué pereza!
Ay, me ha encantado! He estado pegada a la pantalla, me he ilusionado, me he reído, y me ha dejado un poco triste. Pero, al final, me he quedado contenta con la compra. ;) Gracias por tus historias, Rita!!
ResponderEliminarFirmado: Elenanónima.
Es que claro, como hemos estado de vacaciones te quedaste en la primera cita, y fíjate todo lo que te perdiste. Pero ya ves que vuelvo a estar como siempre. Besos, fans!
Eliminar"Conocer de verdad a alguien es algo totalmente distinto. Y ese día todo será fácil, no tendrás miedo y no llorarås"
ResponderEliminar¿Eso quién lo diceee?
EliminarMe ha gustado mucho la historia, pero habría preferido que acabara con alguien bueno en tu vida para mucho tiempo. Al menos has cambiado el colchón :)
ResponderEliminar¡Toma, y yo! C'est la vie. Y mi colchón y yo tenemos muuuucha vida por delante.
EliminarEso! Que poner pegas en el colchón en los inicios está fatal. Seguro que el nuevo te trae suerte
EliminarEstá muy feo, sí. Ahora viéndolo con perspectiva, muy muy mal.
EliminarVaya...qué lástima. Pero si todo parecía perfecto en esa cita...aunque el hecho de que tuvieras dudas porque miraba el reloj...jolín si era por asegurarse de la hora para felicitarte! Luego le tocó a él sentirse acorralado por el hecho de que compraras un colchón... De verdad a veces nos complicamos tanto pensando e interpretando...con lo fácil que es todo...pero está claro que hay que dar con la persona adecuada en el momento adecuado. Yo también pensaba que no me volvería a pasar ...y bueno ahí andamos eso sí, no es de película ni el gran flechazo es...todo real y natural fluyendo como la vida misma, no veas lo cómodo que resulta el no tener que actuar cada segundo :-P
ResponderEliminarEso es, nos complicamos. Nuestro día a día no era de película, marchaba, o eso creía yo. Que te dure tu "mariquita", que te dure! Besos.
EliminarYa veo...me suena...He vuelto a revivir historias pasadas. Lo has contado tan bien! Los previos...como son esos subidones madre del amor hermoso. Creo que hubo un momento en que me hice adicta a esos primeros escarceos, esos intercambios de e-mails, fotos, la adrenalina ante el primer encuentro...en fin...no sé cuánto hay de real y cuánto le ponemos de magia y fantasía. Aún así, sigo pensando que es chulo, quizás se trata de no tener expectativas muy altas, pero entonces el juego pierde la mitad de su encanto...no sé...siento que no saliera, suele suceder, pero aquellos momentos de ilusión loca no te los quita nadie.
ResponderEliminarBesitos, me he quedado...rara
Gracias Inma por emocionarte. Inicialmente no tenía demasiadas expectativas... era como la cita de Stein, aspiraciones elevadas, expectativas moderadas y necesidades pequeñas. Y creo que por eso pica más, porque para una vez que me relajo y me dejo llevar... ¡zasca!
EliminarPero sí, supongo que fue bonito mientras duró.
Muack!
Ainsss, pues claro que cinco citas merecen un mejor colchón, me imagino que por cada una de nuestras vidas, pasan muchas personas que nos enamoran de una forma u otra, unas nos llenarán de alegrias y a otras casi mejor no haberlas conocido, pero al final quien nos queda ?? nuestro querido colchón, el cual siempre está ahí, para vernos llorar, gritar, descansar, dar vueltas estar enfermo etc etc... vamos, se convertirá en nuestro pequeño aliado al cual pediremos que no deje descansar bien al desconocido que está a mi lado por si no dura mucho en mi vida.
ResponderEliminar¡Amén! En mi colchón de momento duermo bastante bien :-)
EliminarY lo bien que vas a dormir a partir de ahora? Eso no se paga con dinero.
ResponderEliminarLos fantasmas hay que dejarlos atrás, porque sencillamente, todo el mundo tiene los suyos.
Ahhh pero ya sabes que los fantasmas de aparecen cuando menos te lo esperas y que no piden invitación.
Eliminar¡Te aseguro que el colchón lo pagué con dinero jajajaja!
Un besote.
Pues mira, los chicos a veces no saben ni lo que quieren pero con un buen colchón puedes tener una relación tal vez no eterna pero sí muy estable y duradera. Otros hombres vendrán pero ¿qué mejor que esperarlos bien descansadita? Un besote!!!
ResponderEliminarSabios consejos. Me casaré con mi colchón :-p
EliminarMua!
Excelente relato. Una historia muy real, muy bien contada y con una ironía sutil y extraordinaria. Poder observar la propia vida con esa perspectiva es una muestra de inteligencia y sanidad mental. Hay miles de hombres compatibles buscándote sin saberlo, seguramenete todavía no es el momento.
ResponderEliminarUn beso grande y gracias por haberme hecho pasar un momento tan entretenido.
Muchas gracias Rick por entretenerte por aquí. Y más gracias por los piropos. Besos!
EliminarHiciste muy bien: hay que tener un buen colchón. ¡Disfruta el estreno! (Casi nunca leo entradas extensas, ésta me ha gustado mucho.)
ResponderEliminarBienvenida Silvia a mi rincón.
EliminarCuando "estrene" el colchón, veré si lo cuento. ..
Nunca la principio, tú ya no eres la misma y ese colchón verá muuuchas nuevas cosas que sería delicioso que nos fueses contando.
ResponderEliminarun beso
Pues tienes toda la razón. Muchas gracias Pilar. Besos!
EliminarTotalmente de acuerdo con mi alter ego: el mejor colchón para una misma, luego si eso que vayan pasando y el que se quede, que no quepa la duda, lo hará por la chica que duerme en la cama. El colchón le va a dar igual. Creo que te has quedado con lo mejor de esta historia. Besitos de la fan q te trae donuses!
ResponderEliminar¡Ricos donuts! Muuua!
EliminarMira, lo bueno es que tienes un colchón estupendo, que has vivido una bonita historia, y que no has renunciado a aquello que tanto valoras: tu espacio. En realidad, querías un affair, pero no creo que realmente buscaras un noviazgo al uso. Puede que me equibvoque, pero me da esa sensación.
ResponderEliminarUn abrazo!
Pues igual tienes razón. Ya no sé lo que quiero, pero desde luego tengo claro que lo que quiero no es ni será con esa persona.
EliminarOtro abrazo para ti!
Rita, me ha encantado tu historía del colchon. Y tan agustico que estarás ahora en él. Menudo Cruz de ese mas que adulador es aduladero. También he de reconocer que me he reido mucho, que sensatas son siempre las madres.
ResponderEliminarFRAN
Hola Fran anónimo. Me encanta que te encante. No sé cómo habrás llegado hasta aquí pero me has hecho releer lo que escribí y pensar en que tengo que retomarlo. Gracias por tu visita!
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