lunes, 22 de septiembre de 2014

Vuelta


“Pues cuando vuelva en septiembre, estaré más delgada, más morena, con el pelo más rubio y mucho más mona”. Eso es lo que les prometí a mis amigas aquel verano que daba paso al comienzo 7º de E.G.B. En un colegio tan pijo y elitista como el mío, en el que eras más cuanto más tenías o más conquistas acumulabas y si no te hacían la vida imposible, una no podía regresar a clase sin deslumbrar ni poder presumir del destino soleado en el que había pasado el verano con pruebas fehacientes. Así que dos días antes de empezar las clases me hice con una crema auto-bronceadora que guardaba mi madre, me apliqué aquel invento que servía para decolorar el bigote sobre las cejas y el flequillo para parecer más rubia, y asumí que con mis lorzas no había mucho más que hacer en tan poco tiempo, aparte de meter tripa. 
Tengo que decir volver al cole con la piel de color Cheetos y encima a ronchas, con las cejas transparentes que traté de disimular con un rotulador que se corría cuando sudaba, y con más kilos de más, desde luego que no fue la mejor de mis ideas. Epic fail.

Nunca pude competir en ese sentido, y el comienzo del nuevo curso para mí siempre suponía un previo de miedo, de ansiedad, de pereza máxima y ganas nulas de enfrentarme a la vuelta. Y por supuesto un post de frustración. ¡Con lo bien que estaba de vacaciones!

No, nunca me gustó septiembre y aún hoy lo veo como un mes cargado del miedo que supone enfrentarse a emprender cosas nuevas y retomar las riendas, con lo fácil que resulta dejar al caballo desbocado. Y tantas cosas que enmendar que me producen ansiedad… y ésta me paraliza hasta un punto en el que me posee la vagancia y no hay quien me exorcice, con toda una lista de cosas por hacer para las que voy como siempre tarde.

Sólo en verano la pereza alcanza la dignidad, 
después... to another thing, butterfly!
Entre otras cosas me he propuesto escribir de manera más constante, hacer cambios por aquí, inventarme rutinas, acostarme y levantarme pronto para aprovechar más los días, retocar la que debería ser mi carta de presentación -profesional y personal- tanto en el contenido como en el continente, aprovechar el cambio de ropa de temporada para renovarme. Quiero dejar de fumar, llevar una vida más sana, vaciar unos cuantos armarios para dejar hueco a lo que está por venir y deshacerme de las cosas que no interesan, literal y metafóricamente hablando.

Y me encuentro divagando para variar de madrugada, con los trastos de un armario ocupando el sofá del salón en plan exposición desde hace unos días, porque me entró el síndrome del cambio de armario pero me duró sólo media hora, y desde entonces, siempre que he querido retomarlo, había alguien que llamaba por teléfono  o surgía cualquier cosa que me hacía posponerlo. Supongo que mantener este desorden es ser coherente con lo revuelto de mi mundo y mis sentimientos en estos momentos. 
Aquí estoy en una esquina del sofá habiendo cenado pizza, fumando muchísimo como siempre que escribo, y analizando los errores que sigo cometiendo. Igual uno de ellos es haber inaugurado el colchón con una reposición y días más tarde con un pequeño tráiler, muy pequeño, pequeñíiito. O no, yo qué sé.

No sé cómo hace la gente para mirar este mes y los cambios que implica con ilusión, si a mí me da fatiga porque suena al anuncio de la estación de los dramas, de la bufanda y del paraguas, y a lo tonto, a lo tonto, pensando en lo que quiero hacer casi me he plantado en octubre.

¡Oh espíritu de la pereza, abandona este cuerpo voluntarioso y constante y vete a poseer a otro ya!

12 comentarios:

  1. Yo también me quedé a girones una vez por un autobronceador, ¡qué horror!

    19+1

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. 19+1? Mandeee? Ese es el tono del bronceado? :-P Esos chismes no son de fiar, nunca quedan bien!

      Eliminar
  2. Ay madre, cuánto propósito! Más te vale afrontarlos de uno en uno :)

    A mí el septiembte me gusta porque mi hijo vuelve al cole y la rutina nos conviene. Pero me da pena porque lo siento como el final del verano, y yo odio el invierno :(

    Besos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ay sí, voy poco a poco, pero es que no suelo tener término medio para nada. Las rutinas, el invierno... es todo más aburrido, no? Besotes!

      Eliminar
  3. Septiembre es el mes del mal. Yo diría que hasta peor que enero. Yo este fin de semana también pensé en hacer el cambio de armario pero todo se quedó en un proyecto que supongo que llevaré a cabo en marzo. Besotes!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿En marzo? Pues si te esperas a esa fecha, ya para qué hacerlo. Juguemos a la lotería para tener un vestidor gigante en el que no haya que hacer estos cambios de ropa de temporada, qué suplicio! Mua!

      Eliminar
  4. Me gusta Septiembre, me gusta que todo vuelva a la normalidad, saber dónde estoy y cómo voy a estar, me encanta arreglar los armarios con la ropa de temporada, cosa que aquí, hasta octubre no suelo hacer, me gusta también porque es la antesala del otoño, esdtación que me encanta, muchísimo más que el varano, la edad es lo que tiene, no se aguanta ya tanto calor.

    No te agobies, haz las cosas cuando te vaya apeteciendo, eso sí, lo de dejar de fumar, ¡cuanto antes!.... yo llevo ya cuatro años sin hacerlo, me costó mucho pero pude más, igual que tú.

    Me ha encantado la anécdota del bronceador, jajaja, ¡lo que somos capaces de hacer por no sentirnos desplazadas.

    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Vente por aquí y me echas una mano con el armario y me lo dejas como un aparador de una tienda divina, con las cosas ordenadas por colores y todo, jajaja!
      Ay hija, es que lo de mi cole era mucho, y en muchos sentidos me dejó marcada. Las ronchas del bronceador gracias a Dios se borraron, y las cejas volvieron a crecer de su color normal. Nunca nunca se os ocurra decolorar las cejas por vuestra cuenta. Es mal, muy mal.
      Besos!

      Eliminar
  5. A mí también me gusta septiembre. El calor va bajando y se acerca el otoño. Lo negativo es que los días decrecen y cuando esté desprevenida, saldré de trabajar y será noche. Pero me gusta porque odio el calor, me sienta mal. Pero además, es una época en la que empiezo siempre cosas nuevas, desde que era pequeña. Pero este año, con el problema que tengo en el trabajo... ojalá me hubiera quedado en agosto de manera permanente.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No, si lo de que no haga calor y lo de llevar capas y capas de ropa a mí me encanta, pero la falta de luz y las rutinas es otra cosa.
      ¡Animo Dorotea! Que al final voy a tu oficina y la lío parda, eh? que yo estoy mu loca!

      Eliminar
  6. Aquí en septiembre no pasa nada raro. El hecho más saliente es el comienzo de la primavera, pero más que nada para los estudiantes, aunque este año cayó en domingo. Podría también decirse que se a veces se sienten los primeros atisbos de calor que presagian el verano. Los días más largos y el tiempo más cálido ayudan al ánimo, como en todos lados, así que tampoco merece mayor comentario. Mi colegio no era ni pijo, ni elitista, ni nada, así que los comienzos eran tranquilos, de sensaciones encontradas, por un lado volver al estudio, por el otro reencontrarse con los amigos.
    Qué la fuerza te acompañe!
    Un beso grande

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias Rick! Me pensaré emigrar a tu país en septiembre, para ver ese mes de otra manera. Bueno, antes tendré que jugar a la lotería, me temo.
      Un beso para ti!

      Eliminar

No te cortes, di lo que sea que aquí no hay censura